12 nov 2010
El Arte de la Escritura
1
El Impulso
El poeta se mantiene entre el cielo y la tierra
y contempla el misterio oscuro.
Para nutrirme a mí mismo leo los clásicos.
Suspiro ante el cambio de las estaciones
y el enredo de las cosas me trae cantidad de pensamientos.
En pleno otoño duele observar la muerte lenta de las hojas pero
¡qué agradable contemplar luego los brotes de primavera!
La helada del amanecer es una maravilla para mi corazón,
mis ambiciones flotan con las nubes.
Dedico canciones a mis ancestros y
canto la fragancia clara de sus virtudes.
Vago por los clásicos, un bosque de tesoros, y
disfruto su elegante balance entre estilo y sustancia.
Así inspirado, cierro el libro que estaba leyendo
y dejo que las palabras sigan el curso de mi pincel.
2
Meditación
Al principio cierro mis ojos. No escucho nada.
Busco en el espacio interior luego
mi espíritu se dispara por los ocho costados de la tierra y
vuela hasta lo más alto del cielo.
Pronto, en un resplandor como el del sol al ponerse,
las ideas se unen, e imágenes disparan más imágenes.
Cuando bebo del vino de las palabras
y saboreo las flores de los Seis Libros
floto con suavidad en el río celestial y
buceo en lo profundo del mar.
A veces las palabras no llegan,
se me resisten y he de arrancarlas de lo más hondo
como a peces con un anzuelo.
Otras veces se asemejan a pájaros que surgen de improviso
detrás de las nubes y encajan justas en sus sitio y
cosecho líneas que fueron olvidadas por generaciones,
y rimas que no se escucharon en mil años.
Prefiero no tocar una flor mientras se abre por la mañana
pero apuro los brotes del atardecer.
En un guiño percibo el día de hoy y el pasado
extiendo mi mano y acaricio la totalidad de los mares.
3
Proceso
Busco las palabras y su entorno de ideas,
luego atiendo a su orden apropiado.
Dejo ir sus formas y tanteo
la expresión de su sonido.
Ahora dejo que crezca la rama del pensamiento
Ahora recorro la corriente hasta su origen.
Arrimo lo oculto a la luz
o trato de simplificar lo que es complejo.
Los demás animales tiemblan ante las rayas del tigre y
los pájaros huyen cuando se acerca un dragón,
algunas palabras se llevan bien juntas
otras es imposible que calcen, como dientes desparejos,
pero cuando estás en calma y con claridad en la mente
tu espíritu encuentra las palabras justas.
Con cielo y tierra contenidos en tu cabeza
nada escapa a la pluma en tu mano.
Al principio cuesta arrancar,
doloroso como hablar con los labios partidos,
pero al final la palabras fluirán en la tinta.
La esencia sostendrá el sentido como el tronco a las ramas,
el lenguaje está estructurado en ramas, hojas y fruto.
Ahora palabras y sentidos se ajustan
como tu sentimiento y tu cara,
sonríes cuando estás feliz,
suspiras cuando estás apenado.
A veces puedes improvisar con facilidad otras
tan solo puedes morder el pincel y pensar...
4
El júbilo de las palabras
Escribir es un deleite-
por eso sabios y eruditos se dedican a ello.
Un escritor crea una vida nueva en el vacío,
golpea en el silencio para realizar un sonido,
une espacio y tiempo en una hoja
y hace brotar un río de su corazón.
Así es como las palabras provocan más palabras
y los pensamientos despiertan a otros más profundos,
se huelen como flores de las que brota una fina esencia
que se extiende como las hojas en primavera,
luego llega el viento que se arremolina en ideas
y las nubes brotan del bosque del pincel que escribe.
5
El poder de un poema
La función de la literatura es
expresar la naturaleza de la naturaleza.
No importa cuán lejos esté, este camino te llevará allí,
y terminará expresando el punto más sutil.
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