2 oct 2012

"Primera persona contra tercera persona" Fragmento






“En la primera persona, ganas inmediatez pero pierdes penetración, porque difícilmente podrás pasar a las cabezas de otras personas sin emplear algunas estratagemas, por lo común dudosas. […] En la primera persona, el estilo está sintonizado por entero con el hombre que está contando la historia”.


[…] “Con un uso pleno de la tercera persona, eres Dios… bueno, por supuesto, no del todo, pero, de uno u otro modo, estás dispuesto a mirar en la mente de todos. Eso nunca es rutina. Existe, desde luego, un enfoque más fácil: el punto de vista de la tercera persona, donde sigues en la mente de un personaje pero sigues mirando a tu personaje desde fuera y, por lo común, desde arriba. En la veta clásica de la tercera persona, sin embargo, donde entras en la conciencia de todos y cada uno, no es rutina superar la incomodidad de que seas capaz de albergar la mente de ciertos personajes con una habilidad considerablemente mayor que la de otros. Esta persona olímpica, esta presencia tolstoniana, necesita experiencia, confianza, ironía, perspicacia y un desapego señorial. Cuando puede hacerse, bienvenido sea. La mayoría de las novelas del siglo XIX logran justo ese tono. Hoy, por lo común corresponde a los novelistas que escriben best sellers”.

[…] “Y después hay una segunda persona, tú, empleada como si fuera la primera persona: ‹‹Te levantas, te lavas los dientes, te sientes fatal esta mañana.›› […] Y está también la tercera persona cuando es usada como un sustituto del ‹‹yo››: por ejemplo el personaje llamado Norman Mailer en Los ejércitos de la noche. Emplear la tercera persona de ese modo puede ser una condición especial de la primera persona, pero es legítimo. […] Porque te permite tratarte a ti mismo como un personaje más en un campo de personajes”.

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