Escribo porque me encanta que me pregunten
por qué escribo. Escribo porque me aburro y porque si no escribiera me
aburriría muchísimo más. Escribo porque escribir no sirve absolutamente para
nada y sin embargo mientras escribo tengo la absoluta seguridad de que sirve
absolutamente para todo. Escribo porque absolutamente nada tiene ningún sentido
y sin embargo mientras escribo absolutamente todo parece tener un sentido
absoluto. Escribo para leer mejor y también para dejar de vez en cuando de
leer, porque el mucho leer embota (esto último lo dijo Nietzsche, que escribía
pensamientos paseados). Escribo para escribir algún día un libro paseado.
Escribo porque a los ocho años leí Pimpinela escarlata y desde entonces no he
hecho otra cosa que intentar plagiar esa novela. Escribo porque a los 15 años
yo era un salido y un día otro salido que además era un cabrón me dijo que
escribiendo se ligaba, y cuando descubrí que me había engañado ya era demasiado
tarde para quitarme el vicio. Escribo porque a los 15 años yo tenía una
profesora radiante: un día la interrumpí en clase al grito de que estaba
buenísima y ella, que estaba explicando a Borges, me expulsó de clase y yo me
impuse como penitencia la lectura de las obras completas de Borges, cosa que
todavía no he terminado de hacer y que no creo que termine de hacer nunca,
porque en realidad es imposible. De más está decir que escribo porque a partir
de los 15 años no me ha pasado absolutamente nada que tenga algún interés.
Escribo porque me pagan por escribir tonterías. Escribo porque todavía no he
encontrado una forma más decente de ganarme la vida. Escribo (me explico)
porque no sé hacer nada útil, ni siquiera atarme los cordones de los zapatos:
si supiera curar a los enfermos, no escribiría; si supiera rematar en plancha
un libre indirecto, créanme, no escribiría. Escribo porque sí y porque me da la
gana, y a quien le parezca mal que me lo diga en la calle. Escribo para poder
pensar (esto, creo, lo dijo Cabrera Infante). Escribo porque cuando escribo
tengo la impresión acusadísima de que soy una persona inteligente y también de
que todos los que me rodean son todavía más inteligentes que yo, sólo que ellos
no se dan cuenta.
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