No os dejéis amedrentar. La palabra “yo” es tan fundamental y primordial,
tan llena de la realidad más palpable y por tanto la más honesta, tan
infalible como guía y tan severa como criterio, que, en lugar de
despreciarla, deberíamos caer ante ella de rodillas. Pienso que más bien no
he llegado todavía a ser suficientemente fanático en mi preocupación por mí
mismo, y que -por miedo a los demás- no he sabido dedicarme a esta tarea
vocacional con consecuencia lo bastante categórica ni he sabido empujarla
suficientemente adelante. Yo soy mi problema más importante y posiblemente el
único: el único de todos mis héroes que realmente me interesa.
Diario, 1954
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Mi soberanía, mi independencia o hasta mi desfachatez frívola, mi
displicencia hacia todos, mi provocación incesante y mi confianza sólo en mí
mismo: todo ello es resultado de mi situación social y geográfica. Me he
visto obligado a no tener miramientos con nadie, porque nadie los tenía
conmigo; me he formado en un aislamiento casi completo; creo que seguramente
pocos literatos habrán experimentado semejante soledad. En la Polonia de
antes de la guerra, era menospreciado, apenas tenido en cuenta, luego fui
aplastado por la guerra para, a continuación, ser puesto en el “ Index” por
el régimen comunista, y aquí, en Argentina. […]
He llegado a ser audaz porque no tenía absolutamente nada que perder: ni
honores, ni beneficios, ni amigos. He tenido que buscarme a mí mismo y
apoyarme en mi propia persona, porque no tenía en quién apoyarme. Mi forma es
la soledad.
Diario, 1958
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A la mayoría de esos lectores y críticos emigrados -polonistas, poetas,
escritores, intelectuales- ni se les ocurrió siquiera la idea de que uno
puede hablar de sí mismo de diversas maneras, de que el “yo” de su “Diario”
no es un “yo” de un egoísta trivial, ni de un narciso ingenuo, sino de
alguien consciente… y de que, si esto es egotismo, es un egotismo metódico,
disciplinado, que demuestra, justamente, un objetivismo altamente
desarrollado y distante. Ellos sólo vieron clichés. Y pusieron el grito en el
cielo: -¡Egotista, presumido, grosero! ¡Irritante, malo, antipático!
Es cierto que Gombrowicz a veces irritaba a propósito. -La irrito para
que no se me eche encima- dijo en una ocasión; porque afirmaba que la
Estupidez es una bestia excepcional que no puede morder cuando se le tira de
la cola.
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La literatura tiene un doble sentido y una doble raíz: nace de una
contemplación pura y artística, de una tendencia desinteresada hacia el arte,
pero al mismo tiempo constituye también una batalla privada entre el autor y
los hombres, un instrumento de su lucha por una existencia espiritual. Es un
asunto que madura en soledad, es un crear por crear; pero, al mismo tiempo,
también es un asunto social, un imponerse a la gente. […]
Y el cuadro completo de la creación sólo lo tendremos cuando veamos al
autor en estas dos dimensiones: como artista desinteresado y objetivo, y como
hombre que lucha por sí mismo entre otros hombres.
Diario, 1955
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Al fin y al cabo, me importa mi arte y el arte necesita sangre noble y
caliente; el arte y la rebelión son prácticamente lo mismo. Soy
revolucionario porque soy artista y en la medida en que lo soy; todo este
proceso milenario del que provengo, poblado de nombres como Rabelais o
Montaigne, Lautréamont o Cervantes, ha sido una continua instigación a la
rebeldía, una vez en forma de callado murmullo, otra como una explosión a voz
en cuello.
Diario, 1956
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El arte es aristocrático hasta la médula de los huesos, como un príncipe
de sangre. Es negación de la igualdad y adoración de la superioridad. Es
cuestión de talento o incluso de genio, es decir de supremacía, de eminencia,
de excepcionalidad; es también jerarquización severa de los valores, crueldad
ante lo mediocre, elección y perfeccionamiento de lo excepcional,
insustituible; es, finalmente, cultivo de la personalidad, de la
originalidad, de la individualidad.
Diario, 1960
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El arte es “lo más personal que hay”, es “la propiedad más privada que
uno pueda imaginarse”, el arte es la personalidad, el “yo”… Intentad
vosotros, los partidarios de los complejos industriales y los Koljoz, decirle
a Chopin que la sonata en si menor no es suya. O que él no es la sonata en si
menor de la manera más despiadada y más salvaje. Oh, me imagino el arlequín
del arte, seductor, enamorado, amante de locuras, deseoso de superioridad y
de todos los lujos posibles, imposible de domar, dominar ni definir…
Diario, 1961
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