-¿Cómo es que el libro iba a
titularse “Argentina”?
-Es un poco raro, en realidad, pero el libro básicamente trata de las
trivialidades de la vida cotidiana y el conflicto con querer hacer algo grande,
algo importante. Y yo siempre tuve un sueño sobre la Argentina. Toda mi vida.
Nunca estuve allí, para mí es casi como una fantasía. Aunque no sé nada sobre
el país, para mí la Argentina es literatura. Por eso estaba usando ese título.
-Cuando el libro se publica en
otros países le debe permitir ver cómo funciona más bien como literatura, ya
que no pueden captarse ciertos elementos escandalosos que lo hicieron popular
en su propio país.
-Sí, es verdad. Es una experiencia muy diferente verla
traducida. Y es muy extraño para mí, porque cuando comencé a escribir este
libro lo escribí en soledad y no tenía un lector en mente, de ninguna manera.
Simplemente escribía sobre mi propia vida. Pensé: esto es tan local, tan
pequeño que no va interesarle a nadie. En mi mente esto ni siquiera era literatura.
Después, resulta muy extraño ser traducido a otros idiomas y ser testigo de la
reacción de los lectores. Pero creo que tiene que ver con lo que se encuentra
en el interior de cada una de las personas. Y la literatura es un género
íntimo. Sólo es un lector y un escritor.
-Entiendo que en el último
volumen cierra con un ensayo sobre el libro ‘Mein Kampf’ de Hitler. Ya que
todavía no podremos leerlo, ¿podría describir ese cierre?
-Uso mi intuición
cuando escribo, no pienso cuando escribo. Un amigo mío mencionó el libro Mein
Kampf y me dijo: “Ese es tu título”. Y supe, instintivamente, que eso era
así. Por lo tanto tuve que leer Mein Kampf mientras escribía mi propio
libro. Y al hacerlo me di cuenta de que tenía que escribir sobre eso. Entonces,
en el sexto volumen, escribí un ensayo sobre Adolf Hitler, el cual creció a
unas cuatrocientas páginas; escribí sobre la vida de Hitler antes de escribir Mein
Kampf. Es la única parte fel libro que no está situada en el presente
–sirve como un espejo para todo lo demás, para todo lo que aparece antes.
Simplemente leo su libro y analizo a Hitler como lo hago conmigo mismo en mi
propia vida.
-¿Y cuál es su punto de vista
sobre ese libro de Hitler? ¿Esas reflexiones sirven como una clave secreta para
los seis volúmenes de su “Mein Kampf”?
-No, clave secreta no. Pero sabes
que escribí y publiqué todo al mismo tiempo. Cinco de esos volúmenes fueron
publicados en un año. Entonces todo de lo que he aprendido de esa experiencia
sobre el ser y la sociedad y los límites entre ambas, lo utilicé para analizar
Mein Kampf de Adolf Hitler. Y analizo su libro desde la partícula social más
pequeña, que es el ser y el Yo y el Tú. Y nosotros. Y cuando escribí sobre eso
sucedió la masacre en Noruega, entonces usé también ese acontecimiento dentro
de las reflexiones sobre Hitler. Estoy básicamente interesado en el ser y en la
relación entre el ser y la sociedad. Y esa es una forma relevante para ver lo
que pasó en Alemania en los años 30 y 40. Esto es muy difícil de explicar sin
hablar en noruego...
-Acá los títulos saldrán mucho más
lentamente de lo que salieron en Noruega. ¿Eso podría ir en contra del espíritu
de la obra? ¿Es una obra que se debería leer rápidamente?
-Cuando se publicó en Noruega, la gente la
comparaba con una serie de televisión de seis episodios. El espíritu de eso era
muy importante para mí porque intenté no pensar demasiado: simplemente
escribir. No me interesa el lenguaje literario, ser habilidoso o nada por el
estilo. Simplemente quise intentar llegar al corazón de las cosas y decir las
cosas como yo creo que son. Y la velocidad fue la clave para ese proceso.
Publicar el primer libro mientras escribía el segundo, editando el segundo
mientras escribía el tercero... Fue tremendamente intenso para mí.
-¿Cómo cree que influirá ese
método en los libros que escribirá de aquí en adelante? ¿Descubrió algún
secreto sobre cómo escribir con fluidez?
-No puedo usar esta experiencia
otra vez. No puedo escribir de la misma manera una vez más. Tengo que hacer
algo completamente diferente. Si supiera ahora lo que pretendo hacer no podría
hacerlo. Escribir tiene que ser una aventura hacia un lugar desconocido.
-Como lector me pasó que el
último episodio reconfiguró todo lo que había ocurrido antes. ¿Le pasó eso
mismo al escribirlo?
-Fue muy orgánico, en realidad. Supe que iba a
escribir sobre la muerte de mi padre, pero no sabía cómo. Entonces después de
cuatro años descubrí esta manera de hacerlo, empezando por escribir sobre mí
mismo. Pero entonces no supe cómo enfrentarme con el tema de la muerte. No
funcionaba simplemente empezar por ese evento desde el principio. Tuve que
hacer otra cosa. Entonces escribí y escribí. Y de repente, de la nada, apareció
esta historia simple sobre tener dieciséis años e ir a una fiesta. Y cuando
escribí eso lo odiaba. Pero al mismo tiempo sabía que había algo, porque por
más que no pasaba nada me parecía que transmitía la sensación de tener
dieciséis años. Tenía la sensación de mostrar cómo la vida siente de verdad. No
hay trama. Allí pude escribir sobre la muerte, una vez que conseguí ese
lenguaje para describir las cosas que nos rodean. La banalidad. A partir de
allí pude escribir sobre la muerte en la misma forma.
-¿Y usted llegó a una
comprensión sobre la muerte? ¿Qué piensa que pasa después de la muerte?
-No
lo sé. En toda mi escritura estoy buscando algo espiritual o algo inmaterial.
Mi libro, antes de esto, fue sobre ángeles y estaba situado en tiempos de La
Biblia. Entonces estoy interesado en escribir sobre esos temas. Pero no sé.
Creo que la muerte es algo físico. Es simplemente un fin.
-Una pregunta inevitable.
¿Cómo se encuentra su relación con la bebida? Escribir esa larga escena cuando
descubre cómo dejó su padre la casa de su abuela, ¿cambió en algún aspecto su
relación con el alcohol?
-No, la verdad que no. Pero tengo mucho cuidado
con el alcohol estos días. Pero no por lo que le ocurrió a mi padre. Creo que
eso sería imposible que me sucediera. Creo que lo que él hizo fue suicidarse
lentamente.
-Esta novela, por lo que entiendo,
fue fruto de una lucha por escribir, que es un deseo que tuvo desde que era
adolescente. Si pudiera regresar en el tiempo para hablar consigo mismo a los
dieciocho años y darle un consejo, ¿qué le diría?
-Cuando tuve dieciocho
años escribía con libertad. Pero era inmaduro, por lo tanto lo que escribía no
era bueno. Después fui un año a una escuela de escritura y allí aprendí tantas
cosas que no pude escribir. Porque comencé a leer literatura de verdad y ver el
espacio entre eso y lo que yo era. Eso me hizo imposible seguir escribiendo.
Pero esas inhibiciones son buenas porque hay que luchar contra ellas, hay que
sobrepasarlas. Eso es bueno. Tienes que ser libre cuando escribes, tienes que
ser absoluta y totalmente libre. Pero al mismo tiempo creo que tienes que saber
que lo que haces no sirve para nada. Cuando estás escribiendo no puedes evaluar
lo que estás haciendo. Tienes que ser humilde para poder saber que te va a
llevar toda tu vida y aún así, posiblemente, no lograrás lo que pretendes lograr.
Puedes intentarlo, nada más. Esa es mi visión de la escritura.
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