Escribo poesías.
Alzo el rostro un momento
a mirar los bambúes
en dulces balanceos.
Hacen ruido de fuente.
Muy azul está el cielo.
Los signos que yo trazo
imitan los renuevos
de árboles esparcidos
sobre un tapiz de hielo.
Si de Kiang-Nan las frutas
guardáis por mucho tiempo,
se irá de vuestras manos
el aromado aliento.
Las rosas se marchitan
si el sol no les da besos;
y giran las mujeres
sobre amoroso fuego.
Mis signos viven sólo
del susurrar ligero
que forman los bambúes,
y son eternos…
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