"Todos estamos de acuerdo en que el aspecto fundamental de una novela es que cuenta una historia, pero cada cual manifestará su asentimiento con diferentes matices, y nuestras conclusiones subsiguientes estarán en función del tono de voz concreto que empleemos. Escuchemos tres voces. Si se pregunta a cierto tipo de persona ´¿Qué es una novela?´, él contestará tranquilamente:
Bueno... pues, no sé... es una pregunta un poco extraña... una novela es una novela... bueno, no sé... es una especie de historia, ¿no?´ Es, sin duda, una persona campechana e imprecisa -probablemente, un conductor de un autobús- y no presta a la literatura más atención de la que se merece.
Otro sujeto, al que imaginamos en un campo de golf, respondería brusco y agresivo de la siguiente forma: ´¿Que qué es una novela? Pues una historia, desde luego. No sirve de nada si no cuenta una historia. Y a mí me gustan las historias. Muy mal gusto por mi parte, sin duda, pero me gustan. Pueden llevarse el arte, la literatura, la música, pero a mí denme una buena historia. ¡Y me gustan las historias como Dios manda!, fíjese bien, y a mi mujer, lo mismo.
Un tercer hombre, con voz un poco cansina y apenada, respondería: ´Sí... sí, señor...; la novela cuenta una historia.´ Respeto y admiro al primer hablante. Detesto y temo al segundo. Y el tercero soy yo
mismo: ´... Sí, señor, sí... la novela cuenta una historia.´ Este es el aspecto fundamental sin el cual no puede existir. Ese es el denominador común a todas las novelas. Mas desearíamos que no fuera así, que fuera algo distinto: melodía o percepción de la verdad, no ese elemento vulgar y atávico."
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