30 ago 2012

El oficio de escritor



¿En que medida está dominada su literatura por las percepciones sensoriales: el oído, el sonido y la vista?

-En gran medida. Todos los críticos han comentado la importancia del sentido del olfato en mis novelas. Antes de comenzar una novela yo re-creo dentro de mí sus lugares, su ambiente, sus colores y sus olores. Hago revivir dentro de mí la atmósfera de mi infancia y de mi juventud: yo soy mis personajes y su mundo.

¿Hasta que punto están basados sus personajes en personas reales?

Casi siempre hay una persona real en el principio, pero está cambia después de tal manera que algunas veces llega a perder toda semejanza con el original. En general son sólo los personajes secundarios los que se toman directamente de la vida.

-Usted dijo una vez que todo relato empieza con un final, que hasta que el final se conoce no hay relato.

-Ahí es donde el artista empieza a trabajar: con las consecuencias de los actos mismos. O los hechos. El hecho es importante sólo en la medida que afecta la vida de uno o las vidas de quienes los rodean a uno. Las reverberaciones, podría decirse, las connotaciones: con eso trabaja el artista. En ese sentido a veces he tardado diez años en comprender siquiera un poco de algo importante que me ha sucedido. Es decir, yo podría haber hecho una descripción perfectamente literal de lo que había sucedido, pero no podía saber lo que significaba hasta que conocí las consecuencias. Si no sabía el final de un relato no lo empezaba. Siempre escribo primero mis últimas líneas, mi último párrafo, mi última página, y después vuelvo atrás y trabajo hacia el final. Así sé a dónde voy y cuál es mi meta. Y cómo llego ahí es el favor de Dios.

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