27 may 2011

Así escribo

1. En lo posible trato de no ser un autor de ideas fijas ni incurrir en monólogos autocomplacientes sobre arte y literatura; estoy dispuesto a aprender siempre de todo y de todos. Sin embargo, en mi opinión, hay asuntos esenciales y una inmensa gama de sutilezas que necesito distinguir cuanto antes. Sobre estas últimas hago constantes modificaciones, al grado de no permitir que disminuya mi capacidad de asombro; por lo común quisiera ver las cosas como si se tratara de una primera vez. En cuanto a los asuntos esenciales, no tengo más remedio que defenderlos durante toda mi vida, incluso a contracorriente y aun cuando estén amenazados por eventualidades de toda índole. En este sentido, me asumo como un personaje trágico o como un romántico incorregible.

2. Para escribir prefiero las mañanas porque siento que puedo imaginar más cosas, también porque experimento mayor frescura, además de que me concentro de mejor manera y con un ánimo creciente. Cuando era burócrata ejemplar escribía de cuatro a siete de la mañana. Así pude acabar dos novelas y un libro de cuentos. Por contraste, en lo relativo a la escritura, odio las tardes y las noches. Ese tiempo lo dedico a la lectura y a la convivencia. Pero tampoco soy tan determinista: puedo pasarme horas entretenido en una sola página y sin ningún sentimiento de culpa. Cuando siento que escribo por desesperación o angustia, o por mero oficio, suelo bloquearme y prefiero hacer otra cosa. Para mí escribir es un acto gozoso, lleno de matices y hallazgos, porque el total entusiasmo se me impone aun cuando tenga que abordar situaciones siniestras o ideas perversas. Si he de sufrir con la literatura, opto por una actividad más terrenal y concreta. En un tiempo fui comerciante en La Merced. Fui muy feliz

3. No envidio a nadie, solamente admiro o ignoro. Cuando siento que me corroe la envidia, procuro hacer un acto de contrición y arrepentirme de inmediato. Si un libro no me gusta, no hay razonamiento en el mundo que me convenza de lo contrario. En literatura nunca he sido democrático porque —de todos modos— estoy convencido de que el gusto personal no determina la calidad de un libro. Hay gente que prefiere a Los Tigres del Norte por encima de Mozart o Bach, o gente que prefiere a Carlos Cuauhtémoc Sánchez por encima de Miguel de Cervantes. Todo es legítimo en este mundo plagado de confusiones, de ahí que la admiración deba ser absolutamente sólida y a prueba de todo.

4. Para mí es importante adquirir un ritmo en la prosa. No me perdono la torpeza auditiva por más brillantes que sean las ideas. El ritmo ayuda a la concentración del lector. A veces puedo tardarme varias semanas o varios meses en encontrar un ritmo. Si a lo largo de un año no hallo lo que busco, me satisface quemar lo que he escrito. Ese procedimiento destructivo lo he realizado con inmenso placer. Se han convertido en cenizas avances significativos de novelas y cuentos. Quemar lo que no sirve me pone casi en estado de gracia para luego arremeter con fe y encontrar un equilibrio plausible entre frases largas, medianas y cortas, además de incidir con precisión en el punto de vista narrativo. En los cuentos doy preponderancia al aspecto anecdótico, mientras que en las novelas hago un minucioso análisis de personajes, sobre todo de los protagónicos, porque de ellos debo saber mucho más de lo que escribo.

5. En lo referente a estructura, como método de composición dramática, voy de atrás hacia adelante. Siempre me gusta vislumbrar un final posible, aun cuando en el proceso de escritura lo enmiende por completo. Quiero saber siempre a dónde voy, de modo que imagino lo que antecede a los hechos. La narración es un devaneo entre causas y efectos. Si tengo un final hipotético ya no me siento metido en un callejón sin salida.

6. Huyo de las vanguardias como también huyo de todo lo que huela a tradicional o canónico. Intento que mi territorio narrativo sea fértil, pero estrecho. En literatura no me interesa la libertad absoluta como tampoco la rigidez timorata. Es en esa línea delgada donde transito sin ningún miedo. De hecho, el único terror verdadero que siento es caer en la solemnidad: ese padecimiento histórico que caracteriza a la literatura mexicana. Toda suerte de impostación no es más que reflejo de un temperamento acomplejado. Tampoco caigo en el extremo de la vulgaridad ni en el énfasis de la expresión zarrapastrosa. Repito: mi territorio estético es estrecho. Me impongo esa visión para no sentirme un semidiós antipático. Nadie me aparta de la idea de que lo peor que le puede pasar a un autor es reconocerse como conservador y convencional.

7. La literatura está hecha de talento y laboriosidad. Nada más y nada menos. Eso me lo repito como si tuviera que hacer una penitencia diaria.

8. A lo mejor nada de lo que he dicho es cierto y lo más certero es ser un grillo maravilloso. También se vale. 


26 may 2011

Los maestros de Monzó

«Hace años acepté pasar un fin de semana en un hotel de Sitges explicando a un grupo de quince o veinte personas qué entiendo por cuento y por narración, y las diferencias hay entre una y otra cosa, si es que las hay. Para aclarar un poco mis ideas preparé antes una lista de doce cuentos que me parecían —y me parecen— modélicos. Hubiesen podido ser muchos más, de los mismos y de otros autores, pero entonces hubiesen sido demasiados para poder hablar con detalle de cada uno de ellos.

»Al cabo de los años, un día busqué la lista y no la encontré en ninguna carpeta. Tiempo después, encontré en una galería de arte a una mujer que había asistido a aquellas sesiones. Hablamos de diversas cosas, entre ellas de aquel fin de semana. Le expliqué que había perdido la lista con los doce cuentos y me dijo que ella había conservado la que les repartí. Al cabo de unos días me pasó una fotocopia. La lista es esta. En vez de doce cuentos ahora hay trece porque el último lo leí hace pocos años y me parece injusto que no aparezca porque es una maravilla.


»“El cobrador”, de Rubem Fonseca.


»“El regimiento extraviado”, de Italo Calvino.


»“Continuidad de los parques”, de Julio Cortázar.


»“El último viaje del buque fantasma”, de Gabriel García Márquez.


»“Todos los hombres son iguales”, de Adolfo Bioy Casares.


»“Los asesinos”, de Charles Bukowski.


»“El amor es ciego”, de Boris Vian.

»“Instrucciones para subir una escalera”, de Julio Cortázar.


»“La revolución”, de Sławomir Mrożek.


»“Invasión sutil”, de Pere Calders.


»“Un accidente pedestre”, de Robert Coover.


»“Muchacha que cae”, de Dino Buzzati.


»“The cliff” (“El acantilado”), de Charles Baxter.»

25 may 2011

Así que quieres ser escritor, ¿eh? 

si no brota de ti a borbotones
a pesar de todo,
ni lo intentes.
a menos que te salga por voluntad propia
del corazón y la mente y la boca
y las entrañas,
ni lo intentes.
si tienes que permanecer horas sentado
mirando la pantalla del ordenador
o encorvado sobe la
máquina de escribir
en busca de palabras,
ni lo intentes.
si lo haces por el dinero o
la fama,
ni lo intentes.
si lo haces porque quieres
mujeres en la cama
ni lo intentes.
si tienes que sentarte y
rehacerlo una y otra vez,
ni lo intentes.
si sólo pensar en ello ya te cuesta trabajo,
ni lo intentes.
si quieres escribir como algún
otro,
olvídalo.

si tienes que esperar a que salga de ti
con un rugido,
entonces espera tranquilo.
si no llega a salir de ti con un rugido,
dedícate a otra cosa.
si primero se lo tienes que leer a tu esposa
o a tu novia o tu novio
a tus padres o quienquiera que sea,
no estás preparado.

no seas como tantos otros escritores,
no seas como tantos miles de
personas que se llaman escritores,
no seas soso, aburrido y
pretencioso, no te dejes consumir por el
narcisismo.
las bibliotecas del mundo
se han dormido de
aburrimiento
con los de tu calaña.

no lo empeores.
ni lo intentes.
a menos que te salga
del alma como un cohete,
a menos que creas que la inactividad
te llevaría a la locura o
al suicidio o al asesinato,
ni lo intentes.
a menos que el sol en tu interior te
abrase las entrañas,
ni lo intentes.

cuando de veras sea la hora,
y si estás entre los escogidos,
cobrará vida por
si mismo y seguirá cobrándola
hasta que mueras o muera
en ti.

no hay otra manera.
ni la hubo nunca. 



24 may 2011

Entrevista - Jaime Bayly




BR: Comencé a leer tu más reciente novela esperando que el protagonista fuera violado por su madre en cualquier momento...
JB: Es un poco inverosímil que yo escriba una novela llamada "Yo amo a mi mami", ¿no?


BR: ...tremendamente...JB: Al punto que no te exagero si te cuento que más de una persona me ha dicho ¿qué, has escrito una novela sobre, digamos, un amor edípico inconfesable? Pues no, no es eso...

BR: Yo lo pensé y comencé a leerla con ese morbo y encontré una novela corrosiva.
JB: Tiene esa otra lectura tramposa que también me gusta porque puede incitar al morbo, el lector que me conoce mejor... claro, dice, este tio ha escrito una novela en la que se va a acostar con su madre tarde o temprano, pero eso no ocurre y creo que esta bien que no ocurra porque es un niño muy tierno, todavía muy inocente lo cual para mí ha sido un verdadero esfuerzo. Claro, el punto de vista del relato es el de un niño de diez años y entonces había que intentar darle a la novela una mirada inocente, desconcertada, muy dulce...

BR: Y muy divertida, me desternillaba de la risa
JB: Ah, si...

BR: ...pero, a carcajadas.
JB: Ay que bueno, para mi no hay mejor elogio...

BR: Ojo, cuidado que tus padres no te manden un hit team...
JB: Bueno... (risas)

BR: ¿No temes que te quieran matar tus propios padres?
JB: Ja, ja, ja... mis padres... yo creo que me he llevado ya todos los desegaños y ya no tengo muchas ilusiones, con mi padre sobretodo, creo que va a ser difícil que podamos entendernos, ser amigos...

BR: El retrato que haces de él es uno jodidísimo. Es un retrato de la vulgaridad: un pedómano... Aunque no lea la novela, cuando alguien le cuente de que va, ¿cómo crees que reaccionará?, ¿es esta tu venganza?
JB: He intentado escribir una novela a corazón abierto, yo no he querido vengarme de nadie, no he tenido ningún espirítu agrio, rencoroso contra nadie; todo lo contrario. Creo que por primera vez me he atrevido a escribir una novela sin estar enfadado; la he escrito serenamente. Sin embargo, he intentado recrear, revivir el mundo de mi infancia, y en ese mundo, como le ocurre a Jimmy, mi padre era un personaje distante y ceñudo. Era un personaje un tanto adusto y un tanto mandón, y así queda retratado en la novela. Mi madre no, mi madre es un poco como la madre de Jimmy, es una señora muy amorosa, también muy ingenua, una ingenuidad que yo creo que encontraba un perfecto desahogo en la beatería, en el fanatismo religioso...

BR: ...muy conveniente...
JB: ...muy conveniente, para expiar las culpas y para, digamos, integrarse bien al mundo pijo limeño. Pero, no ha habido ningún espíritu de revancha; ahora, mi padre no la va a leer, no la ha leído.

BR: ¿Cuándo sentiste ése desencanto con tu padre por primera vez?
JB: No lo sé, no lo recuerdo, me imagino que cuando era muy niño, me imagino que cuando era muy niño. Mi madre me dice que cuando yo era muy, muy pequeñito... adoraba a mi padre, me encantaba estar con él, pero mi padre estaba siempre ocupado, siempre viviendo de prisa, yo no recuerdo que mi padre y yo nunca fueramos amigos. No tengo un recuerdo de una relación cálida. No.

BR: ¿Eres un elemento de fricción entre tus padres?
JB: Pues ya no, porque yo me he retirado de ese escenario bélico. Yo ya no estoy allí, es decir, yo he encontrado mi propio camino. Yo creo que en mi familia, como en muchas otras de América Latina, el amor, el placer, han sido desterrados por la imposición de la fe y de los dogmas religiosos que exaltan el sufrimiento, que ven en el sufrimiento la redención, que ven en el sufrimiento un mérito, un valor...

BR: ...en el sufrimiento de los otros...
JB: ...en el sufrimiento de los otros, pero en el de uno mismo también, en el autosufrimiento, es decir que la religión postula, sugiere que a pesar de que tu matrimonio sea para ti una fuente inagotable de sufrimiento, tu debes persistir en él porque tienes un compromiso irrompible con la divinidad; bueno, claro, yo lo atribuyo todo a esa superstición tan perniciosa que es la religión. Y en el caso de la religión católica, pues yo creo que es una de las religiones más machistas y homofóbicas, y enemigas del placer. Yo encuentro ahí el origen de mi vocación por la literatura... Ja, ja, ja... El Papa tiene la culpa... (más risas).

BR: ¿Quién es la 'mami' del título, la madre de Jimmy o Manuela, la cocinera?
JB: En el sentido literal se puede entender como una confesión de amor de Jimmy a su madre, pero yo no sé si después de leer la novela uno se queda pensando si Jimmy ama más a su madre o ama más a Manuela.¿Quién es para Jimmy su mami?, esa pregunta queda abierta... Yo creo que al final de la novela, él siente un amor filial por Manu, por la cocinera. ¿Quién es la madre, la mamá o Manu? Yo en realidad, el título lo he escogido porque me parecía tenía varias lecturas: la lectura muy tierna, muy elemental de la primera caligrafía escolar: Yo amo a mi mamá, yo amo a mi mami, mi mamá me mima, es decir el aprendizaje. Esta es una novela sobre el aprendizaje de la vida. En ella Jimmy descubre el amor, descubre la soledad, descubre las inmensas contradicciones de la vida peruana, descubre en su amiguita Annie, en sus amigos del colegio, que las ilusiones se van perdiendo, se van rompiendo también. Esta es una novela de aprendizaje, por eso he querido llamarla "Yo amo a mi mami".

BR: En tu formación como escritor, ¿cuánto te ha influido Vargas Llosa?
JB: Muchísimo... Vargas Llosa, yo creo que ha sido la influencia más marcada, más poderosa que he tenido yo como escritor, sin dudas. Leyendo sus primeras novelas yo sentí algo que nunca había sentido y es que yo quisiera escribir como escribe este señor. Esta suerte de mitad envidia, mitad deslumbramiento con un libro; por otro lado tengo la suerte de conocerle, de cierto modo me siento su amigo, amigo de su familia y yo creo que Mario tiene toda la culpa de que yo sea escritor. Y luego si no fuera por él, seguramente mis libros no se publicarían en España. Él me hizo unas observaciones, me hizo unas sugerencias, me animó a continuar en el empeño, me ayudó a enviarlo a varias editoriales acá, es decir fue inmensamente generoso conmigo. Algo que es muy raro en el mundo de los escritores por otra parte donde hay tanta mezquindad y tanto celo, ¿no?

BR: ¿Es un poco tu padre?
JB: Es un poco el padre que escogí, es un poco el padre que yo escogí... lo que me da miedo y debería darle miedo a Mario porque yo soy un parricida pues comprobado y en algún momento voy a intentar matarle también.

BR: ¿Has mantenido contacto con las personas en quien te inspiraste para crear los personajes que aparecen en esta novela?
JB: Si..

BR: ¿Los ves cuando vas a Lima?
JB: Si, en realidad esta novela ha surgido un poco de esa nostalgia, me he preguntado que sería de ellos y los he intentado encontrar, algunos ya no estaban y, ese primer ejercicio nostálgico ha derivado luego en una novela...

BR: ¿No te han decepcionado?
JB: No, no, nunca me han decepcionado, jamás... para ellos yo sigo siendo Jimmy, yo creo que ellos me siguen mirando como si yo fuera Jimmy y me siguen tratando como si yo fuera Jimmy, y así va a ser para toda la vida, por eso es que no caben decepciones...

BR: ¿Y cuándo a Jaime lo atacó la sociedad limeña, encontró o buscó refugio en esa gente?
JB: No los veía mucho en aquella época porque me fui y no volví por un tiempo y estaba muy peleado con el Perú, que ahora no, ahora me he reconciliado bastante con mi país, pero en aquella época un poco que le dí la espalda al Perú porque me trató muy mal. Pero aún en los peores momentos yo si recuerdo una conversación que tuve con uno de estos personajes tan entrañables, que es el jardinero...

BR: ¿El Chino Felix?
JB: El Chino, que termina pues muy enfermo y muy golpeado porque tiene una sucesión de accidentes. Recuerdo que él me dijo no hagas caso a las críticas, todo esto te conviene, te estas haciendo muy famoso, deja que hablen de ti, no les contestes. Me dijo tres o cuatro cosas muy simples pero muy sabias, tenía razón. (Pausa) Me dijo: no les hagas caso, no te molestes, no se te ocurra contestarles, cuanto más hablen de ti, aunque digan las peores barbaridades, mejor será para ti, más se va a vender el libro, y más famoso serás. Bueno pues tenía razón. Mario Vargas Llosa a su manera también me dijo lo mismo cuando me vio un tanto sacudido por esos ataques: "lo peor que le puede pasar a un escritor es que su primera novela pase inadvertida, lo mejor que le pueda pasar es que su primera novela produzca un escándalo descomunal..."

BR: ¿No sabías que iba a ser escandalosa?
JB: No, no; vamos tampoco soy tan despistado, era una novela fuerte para Lima...

BR: ...era una novela fuerte para el mundo hispanoamericano...
JB: ...para el mundo hispanoamericano, pero yo no me imaginé que la prensa, sobretodo la prensa canalla de Perú, me iba a decir las cosas que me dijo, eso estaba beyond my wildest dreams, ni... porque fue de una, veamos, de un nivel de ferocidad y de invasión de mi, de mi privacidad que yo no me imaginé, ¿no? Por otro lado, Marcia, nunca hubo la menor consciencia de que esto era una obra de ficción, desde luego alentada, entroncada, enraizada en mi propia vida, yo lo he dicho también, yo parto de mis recuerdos, pero luego fantaseo, no es lícito asumir que es libro sea, y tú lo sabes mejor que yo, la confesión de todos mis secretos y el relato de mi vida, es decir, eso no es una obra testimonial... no lo es. Claro que uno lo dice y de nada sirve porque la gente piensa igual...

BR: Hay un cambio en esta novela, respecto a las que escribiste antes...
JB: He intentado que esta novela capture el mundo de un niño, entonces, he tratado de que esté contada con la llaneza, con la sencillez, con la inocencia de un niño. La voz del narrador está muy entrelazada con los diálogos, esto es algo que a mi me gusta porque por lo menos a mi, como lector, me ayuda, me entretiene, es decir, creo que le da a la historia una cierta intensidad visual, cinematográfica. A mi no me gusta detenerme a describir un salón en cuatro párrafos, creo que es perfectamente inútil. En estos tiempos en que todo es tan visual yo creo que la literatura tiene que tener esa calidad cinematográfica, no encuentro mejor adjetivo. Yo creo que el cambio más importante de esta novela, con relación a mis libros anteriores, no está tanto en el estilo como en los temas y en los sentimientos, creo que es una novela, como tu dijiste al comienzo, que puede ser una bomba pero que está envuelta, que está presentada de una manera muy suave...

BR: Pero golpea, a mi me golpeó.
JB: Bueno a mi también, a mi también, escribiéndola a mi me conmovió mucho.

BR: En alguna parte leí que decías haber llorado...
JB: Es verdad, es verdad, claro hice la aclaración de que había llorado de emoción y no porque la novela me pareciera impresentable, hice esa aclaración...

BR: ¿Con qué lloraste?
JB: En muchas escenas, lloré cuando Manu se muere; lloré cuando el abuelo Leopoldo se enferma; lloré cuando el abuelo le da una palmadita y se ríe con él al descubrir que es Jimmy quien le ha chocado la camioneta; lloré cuando Annie se va; lloré cuando Jimmy sufre tanto porque Henry Cannok, que primero tiene el valor de seguir usando el uniforme inglés y despreciar a los militares, se va a Miami; lloré con Leo, lloré cuando Leo se tiene que ir a Chincha porque ya le han vendido la camioneta Negrita que él adoraba. Lloré mucho, yo creo que lloré cada vez que Jimmy lloraba, cada vez que él se quedaba desilusionado, yo lo sentía con él. Me ha conmovido mucho la novela y espero que a mi madre le acabe de gustar. Tengo mis dudas como tú porque la conozco y porque...

BR: Si tu madre se parece a la de Jimmy, no te sugiero que hagas apuestas.
JB: ¿Tu crees que no le va a gustar? Pero yo creo que sí, ¿sabes por qué? Yo creo que se parece a la mamá de Jimmy y creo que le va a gustar porque lo que más me va a agradecer es la portada, me va a perdonar todo lo demás porque en la portada sale tan linda que entonces el libro le va a encantar... (Risas)

BR: ¿Qué encuentras en Miami que te apetece?
JB: Soy un defensor de Miami, ¿sabes? yo encuentro en Miami unos níveles de libertad, de paz, tranquilidad y de comodidad que me gustan; en Lima no me siento tan libre y ciertamente no me siento tan tranquilo, y creo que no estoy tan cómodo como en Miami. Y todo eso es bueno para escribir, aunque mucha gente me dice que Miami es una ciudad perfectamente antiliteraria, bueno sí, yo reconozco que no es París, no es Barcelona, no tiene ese encanto decadente, bueno, pero para mí como escritor Miami es una ciudad muy propicia, muy conveniente...

BR: ¿Cómo es el proceso tuyo para escribir? ¿Te levantas temprano?
JB: Tengo una disciplina. Si, me levanto temprano, no tan temprano, no me gusta madrugar, pero lo primero que hago es que me siento y escribo, y escribo cuatro o cinco horas, y cuando termino no contesto el teléfono, me aislo, quedo callado, creo que el silencio, la soledad, la concentración son claves para escribir. Yo no puedo estar contestando el teléfono, no puedo estar oyendo gente a mi alrededor, me aislo mucho y... porque además, me gusta emocionarme cuando escribo, no me gusta escribir con absoluta frialdad; no, me gusta... creo que tu puedes comprender eso, me gusta vibrar con la historia, ¿no?

BR: ¿Te la planteas de principio a fin a priori o va creciendo con el proceso?
JB: Pues yo tengo una manera un poco, porque lo hemos hablado eso con Mario Vargas Llosa y con otros amigos escritores, mi manera de escribir creo que es un tanto atípica. Yo lo que hago es pienso primero los personajes, tengo primero los personajes; una vez que están más o menos diseñados esos personajes, ellos me arrastran, ellos van encontrando el derrotero, nunca sé bien cómo va a terminar la historia; esto es algo que a medida que va avanzando y a medida que yo me voy entregando al relato, de pronto se me hace evidente, pero no tengo el camino perfectamente delineado desde el principio.

BR: ¿Qué lees?
JB: ¿Ahora? Ahora estoy leyendo a Bolaño y me gusta... estoy leyendo "Los detectives salvajes", ya me ha gustado mucho "Llamadas telefónicas", me parece que es un narrador de una seriedad, de una sobriedad, me gusta mucho. En fin, siempre estoy leyendo algo.

BR: ¿Lees más autores latinoamericanos o lees autores norteamericanos?
JB: No, leo más latinoamericanos y españoles, me gusta más leer en nuestra lengua. Y creo que hay nuevas voces y nuevos narradores en hispanoamérica, en latinoamérica sobretodo, muy interesantes.

BR: Durante tu presentación de la película "No se lo digas a nadie" en el Festival de Cine de Miami hablaste en castellano ante un público compuesto de latinos y norteamericanos. ¿Que te decidió a hacerlo?
JB: Me siento más yo.

BR: ¿No fue un statement?
JB: También fue un statement porque yo soy un escritor peruano, yo escribo en español y como le dije a mi buen amigo Nat [director del festival] en esta ciudad todo el mundo me va a entender, que los gringos aprendan español y ya está...



19 may 2011

ANARQUÍA TOTAL: VEINTIDÓS AÑOS DESPUÉS


Escribí este libro para mí mismo, y ni de eso estoy muy seguro. Durante mucho tiempo sólo
fueron páginas sueltas que releía y tal vez corregía convencido de que no tenía tiempo. ¿Pero tiempo para qué? Era incapaz de explicarlo con precisión. Escribí este libro para los fantasmas, que son los únicos que tienen tiempo porque están fuera del tiempo. Después de la última relectura (ahora mismo) me doy cuenta de que no sólo el tiempo importa, de que no sólo el tiempo es un motivo de terror. También el placer puede aterrorizar, también el valor puede aterrorizar. En aquellos años, si mal no recuerdo, vivía a la intemperie y sin permiso de residencia tal como otros viven en un castillo. Por supuesto, nunca llevé esta novela a ninguna editorial. Me hubieran cerrado la puerta en las narices y habría perdido una copia. Ni siquiera la pasé, como se suele decir, a limpio. El manuscrito original tiene más páginas: el texto tendía a multiplicarse y a reproducirse como una enfermedad. Mi enfermedad, entonces, era el orgullo, la rabia y la violencia. Estas cosas (rabia, violencia) agotan y yo me pasaba los días inútilmente cansado. Por las noches trabajaba. Durante el día escribía y leía. No dormía nunca. Me mantenía despierto tomando café y fumando.
Conocí, naturalmente, gente interesante, alguna producto de mis propias alucinaciones. Creo que fue mi último año en Barcelona. El desprecio que sentía por la así llamada literatura oficial era enorme, aunque sólo un poco más grande que el que sentía por la literatura marginal. Pero creía en la literatura: es decir no creía ni en el arribismo ni en el oportunismo ni en los murmullos cortesanos. Sí en los gestos inútiles, sí en el destino. Aún no tenía hijos. Aún leía más poesía que prosa. En aquellos años (o en aquellos meses), sentía predilección por algunos escritores de ciencia ficción y por algunos pornógrafos, en ocasiones autores antinómicos, como si la caverna y la luz eléctrica se excluyeran una a otra. Leía a Norman Spinrad, a James Tiptree, Jr. (que en realidad se llamaba Alice Sheldon), a Restif de la Bretonne y a Sade. También a Cervantes y a los poetas arcaicos griegos. Cuando caía enfermo releía a Manrique. Una noche concebí un sistema para ganar dinero fuera de la ley. Una pequeña empresa criminal. En el fondo todo consistía en no hacerse rico de golpe. Mi primer cómplice o proyecto de cómplice, un amigo argentino tristísimo, me contestó con un refrán que más o menos venía a decir que cuando uno está en la cárcel o en el hospital, lo mejor es estar también en su propio país, supongo que por las visitas. Su respuesta no me afectó en lo más mínimo, pues me sentía a una distancia equidistante de todos los países del mundo. Más tarde abandoné mi plan al descubrir que era peor que trabajar en una fábrica de ladrillos. En la cabecera de mi cama había pegado con una chincheta un papel que decía, en polaco, Anarquía Total, que una amiga de esta nacionalidad había escrito para mí. No creía que iba a vivir más allá de los treintaicinco años. Era feliz. Luego llegó 1981 y, sin que yo me diera cuenta, todo cambió.

18 may 2011

Entrevista - Gonzalo Rojas

¿Cuánto hace que volvió a Chillán?
Vivo allí. “Vivo” es una manera de decir, pero vivo en el centro sur del país. Hay montañas. Hay un río que pasa por mi casa, donde me baño. Vivo allí hace unos 10 años, desde que murió mi última mujer, muy bonita e inteligente.
Pero entonces a usted no le ha tocado en suerte el mismo destino que el de sus “personajes” o “motivos” poéticos, como sucede en “Qué se ama cuando se ama”: Me muero en esto, oh Dios, en esta guerra / de ir y venir entre ellas por las calles, de no poder amar / trescientas a la vez , porque estoy condenado siempre a una, / a esa una, a esa única que me diste en el viejo paraíso.
No, esa “una” tiene más bien un zumbido simbólico y mítico, pero no se trata de nadasentimentaloso (no es ese mi baile). Lo que sí he dicho es que el que no vive muerto de amor tiene que marcharse del planeta; por el hastío y el agobio que eso produce. La gente también cree, equivocadamente, que soy un poeta pornográfico, pero no. Me gustan las mujeres y, claro, levanto vuelo un par de líneas.
¿Usted ha trabajado con distintos materiales e ideas de lo poético a lo largo de su vida?
No sé. A lo mejor soy monocorde y obseso porque no creo en el gran desarrollo sino en la metamorfosis de lo mismo. Pero un poeta grande que se llamaba [César] Vallejo dijo, “no hay Dios ni hijo de dios, sin desarrollo”. La poesía es aire y es ventilación, pero también deceso humano; está abierto a toda temática y, a la vez, limitada.
Rojas pide un alto para comer, y come con alegría, con entusiasmo, sin apuro. Se interesa por los versos de este cronista, pregunta por su país y por su estancia en Santiago. La conversación conduce, entonces, hacia la filosofía.
Desde Nietzsche a Benjamin (gran lector de Baudelaire) pasando por Adorno o Heidegger (ambos “interlocutores” de Paul Celan) han recurrido a la poesía en busca de respuesta a algunas cuestiones fundamentales...
Al menos en Occidente, que es el mundo que respiramos nosotros, también sucede a la recíproca. Esos griegos inmortales, aquellos que vivieron del lado derecho del Mediterráneo, han demostrado que los grandes pensadores nacieron poetas y filósofos a la vez. Platón se ríe y se enoja con los poetas pero, en el fondo, él es un poeta.
Eso significa que la poesía, como la filosofía, tiene algo que decirnos también sobre la “materialidad” de la que está hecho el mundo.
Ya conoces de sobra la respuesta que viene en tu pregunta. La filosofía y la poesía guardan el guardar, te diría Heidegger, quien ha hecho unas anotaciones preciosas sobre el genio que se llamó Hölderlin. Un loco que muere loco. Aunque locura es una palabra discutible. El vivió a orillas del río Neckar después de haber escrito todas esas maravillas. Y fue desdeñado por el mismo Goethe (que divertido todo eso ¿no?).
¿Qué licencias, si es que existe alguna, se permite después de semejante trayectoria?
Yo escribo “respirantemente”. Es decir, el que no tiene trato con el aire –no con la ventolera, que es otra cosa bien distinta–, no tiene trato con nada de este mundo. El bebé sale llorando del vientre de su madre por culpa de ese encuentro virginal con el aire, de la misma forma que la criatura que muere, el joven o el anciano, exhala su último suspiro y el cuerpo ya empieza a secarse.
¿El aire, a diferencia de los otros “elementos”, sería aquello que inaugura y cancela tanto una vida como un poesía?
Te cuento una anécdota. Cuando volví a casa, luego de recibir el Cervantes, mientras estaba durmiendo en mi cama de hombre solo, una cama de palos que adoro (era julio y llovía) ocurrió de repente un percance mayor: me sobrevino una especie de arponazo; el aire se fue: ni entraba ni salía. Quedé anclado y seco en mí mismo. Sabía que eso era peligrosísimo, estaba entrando en el reino de la asfixia, que es un reino final. Salté de la cama y me fui al baño a tirarme agua fría en la cara. No tuvo efecto. No pensé mucho, porque uno en esos momentos no piensa reflexivamente. Luego, de regreso del episodio, que no duró tanto como para morir, pero casi, volví a descubrir el portento y el prodigio del aire. La poesía, como me gusta decir, es ese descubrimiento: un aire, un aire, un aire, un aire nuevo, que es menos para respirarlo que para vivirlo. En eso consiste el juego de poetizar y de vivir.
¿Cómo conoció a Mao?
En el año 1949, cuando Mao tomó el poder, dio el discurso político más bonito que habré oído nunca. Humilde ante sus soldados, dijo: “El mundo debe saber que China, esto es, la cuarta parte de la humanidad, se ha puesto en pie y no piensa prosternarse nunca más ante nadie”. Después, en el año 53, mientras estaba en Francia, recordé que había un pintor chileno viviendo en China, Venturelli, y le mandé un cable para que me consiga un pasaje. En Shanghai discutí con los escritores locales, sin estar de acuerdo, sobre si el pensamiento literario nacía del artista o era una construcción social. Por esa discusión, la noche del día anterior a mi partida, me fue concedido ver a Mao.
¿Cómo ve la nueva poesía latinoamericana contemporánea?
La veo poco pero la huelo mejor. Desde México hasta Buenos Aires veo que la poesía está viva. No es cierto que esté cancelado el pensamiento poético. Los muchachos tienen su luz y están apostando al juego de respirar poéticamente.

17 may 2011

Error humano (Fragmento)






Por si no os habéis dado cuenta, todos mis libros tratan de una persona solitaria que busca alguna forma de conectar con los demás.
En cierta forma, es lo contrario del sueño americano: hacerse uno tan rico que pueda elevarse por encima de la chusma, de toda esa gente que va por la autopista o, peor todavía, que va en autobús. No, el sueño es una casa grande y solitaria en alguna parte. Con un ático de lujo, como la de Howard Hughes. O un castillo en lo alto de una colina, como el de William Randolph Hearst. Un nido encantador y aislado donde uno pueda invitar solamente a la chusma que le cae bien. Un entorno que uno pueda controlar, libre de conflictos y de dolor. Donde uno reine.
Sea un rancho en Montana o un apartamento en un sótano con diez mil DVD y acceso a Internet de alta velocidad, nunca falla. Vamos allí y conseguimos estar solos. Y solitarios.
Cuando llegamos a un límite de tristeza –como el narrador de El club de la lucha en su apartamento o la narradora de Monstruos invisibles aislada por su cara bonita– destruimos nuestro nido encantador y nos obligamos a regresar al mundo exterior. En muchos sentidos, es así como se escribe una novela.  Primero planeas e investigas. Pasas tiempo a solas, construyendo un mundo encantador donde puedas tenerlo absolutamente todo bajo control. Dejas que suene el teléfono. Que se acumulen los e-mails. Permaneces en el mundo de tu historia hasta que lo destruyes. Entonces regresas para estar con el resto de la gente.
Si el mundo de tu historia se vende lo bastante, te envían de gira promocional. Das entrevistas. Ahora sí que estás con gente. Con un montón de gente. Más y más gente, hasta que estás harto de verdad. Hasta que te mueres de ganas por escaparte y perderte en…
En el encantador mundo de otra historia.
Y así es como funciona. Solo. Con gente. Solo. Con gente.
Lo más probable es que, si estáis leyendo esto, conozcáis el ciclo. Leer un libro no es una actividad colectiva. No es como ir al cine o a un concierto. Es el extremo solitario del espectro.
Todas las historias de este libro tratan sobre estar con otra gente. Sobre mí en compañía de otra gente. O sobre gente que está reunida.
En el caso de los constructores de castillos, se trata de levantar un emblema de piedra tan magnífico que atraiga a gente con el mismo sueño.

16 may 2011

Entrevista - Quim Monzó



BR: Hasta ahora gran parte de tu obra se presenta en forma de narraciones cortas, a veces cortísimas, y en artículos periodísticos. ¿Qué ventajas tiene esta forma para tí ¿Cambiarás de vehículo (literario) en un futuro próximo?
QM: Hasta ahora he publicado tres novelas y cinco libros de relatos. Voy cambiando de vehículo (literario) cuando me parece. En cualquier caso, el relato es rápido, ágil y vibrante. Es un género muy cercano al poema, y aunque hay gente que considera que es ¿un género menor?, también hay quienes, por pura ley del péndulo, consideran que la novela es un género fácil y que el género realmente meritorio, divino, es el relato. También esto es mentira.
BR: La crítica internacional te ha emparentado más de una vez con Franz Kafka: estilísticamente tenéis cierto parecido y ambos sois observadores agudos del comportamiento y las neurosis de la ciudad moderna. La Inestabilitad y El Determinio(de El porqué de las cosas) son dos buenos ejemplos. ¿Consideras que es una comparación justa?
QM: Para mi, evidentemente, es un halago. Kafka es uno de los dioses del siglo XX.
BR: Dices que Kafka ha influido en tu obra. ¿Podrías darnos otros nombres?
QM: Cuando era adolescente fue la época del boom latinoamericano. Me quedé profundamente marcado. Sobretodo por Bioy Casares, Cortázar, Cabrera Infante, García Márquez, Juan José Arreola... ¿Otros? Los italianos Giorgio Manganelli, Dino Buzzatti, e Italo Calvino. Franceses como Raymond Queneau y Boris Vian. Americanos como Robert Coover y el último Donald Barthelme, el de la época entre Amateurs yParadise.
BR: Has mencionado a Robert Coover. ¿Pueden vivir el hiperrealismo y el humor el uno sin el otro?
QM:El humor sin hiperrealismo, sí. Pero el hiperrealismo sin humor, no. En arte, sin humor -un humor sutil e invisible- no hay nada digno de perdurar.
BR: A un nativo de los Estados Unidos el hiperrealismo le hace pensar en Raymond Carver, a quien no asociamos para nada al humor, y, sí, seguramente, al patetismo. Por lo que conozco de tu obra, diría que se puede emparentar más con la de Robert Coover. Es decir, que hay una fusión de realismo, fantasía y sátira, pongamos por caso, en la yuxtaposición de unas leyendas famosas con unos inventos propios. No quiero remitirme a las etiquetas, pero para aquellos que aún no hayan tenido la oportunidad de leerte, sobre todo los -hasta ahora- desafortunados lectores anglófonos, ¿podrías aclararnos tu visión del hiperrealismo?
QM: Cuando pienso en el hiperrealismo pienso sobretodo en pintura. En literatura, ¿cómo llamáis a aquello que hacía Carver? ¿Hiperrealismo? ¿Minimalismo? A mí, de hecho, el realismo a secas, el realismo y nada más, pues, francamente, no me ha emocionado nunca mucho. No sé porqué, pero tengo una idea diferente: que la literatura no es la vida, aunque se inspire en ella. Creo que la literatura tiene unas posibilidades que la vida no tiene -y viceversa- y me parece empobrecedor, en nombre de un sacrosanto realismo, limitarse a reproducir la realidad, aunque sea para evidenciar cuán vacía, cuán banal es.
Compitiendo con la vida, en el terreno de la vida, la vida tiene siempre las de ganar. Pero es que además es un error: la literatura no es la vida, ni lo será nunca. Me hablas también de Robert Coover. ¿Qué puedo decirte? Pues que a este sí que lo admiro profundamente.
BR: ¿Cómo mantienes la paz mental cuando analizas el caos del comportamiento individual y social que ves a tu alrededor? ¿Participas en este caos con el alma alegre y despreocupada, o con el corazón frío de un asceta que vaticina la desintegración inminente de su propia sociedad?
QM: Es que no creo que analice ningún caos del comportamiento individual y social. Yo escribo historias, nada más. No me planteo si de una manera fría o alegre. Si me lo plantease quizás sería todo demasiado mecánico y perdería las ganas de escribirlas.
BR: ¿Podrías avanzarme algunos detalles de tus proyectos literarios inminentes?
QM: Es difícil hacerlo. Aunque estés escribiendo, hasta que aquello que escribes no está acabado del todo y estás lo suficientemente satisfecho para enseñárselo a los otros, no sabes qué estás escribiendo exactamente.
BR: ¿Crees que la pornografía es un elemento indispensable en tu obra?
QM: No. A mí, personalmente, la pornografía me interesa mucho, pero no me es indispensable.
BR: ¿Has escrito alguna vez algún cuento puramente pornográfico?
QM: Sí, lo he hecho. En una época escribí bastantes, con pseudónimo, para una revista de rock que se llamaba Musical Express.
BR: Se han vendido 600.000 ejemplares de tus libros en catalán y se han hecho hasta ahora 22 ediciones del El porqué de las cosas. La película de este libro se presentó en el Festival de Cine de Montreal hace unos pocos meses y fue muy bien recibida por la crítica especializada. Tu obra se ha traducido al menos a nueve idiomas, desde el finés al japonés. Has traducido a Truman Capote y a James Finn Garner (Contes per a nens i nenes políticamente correctes), entre otros, al catalán. Además tienes la obra completa de Robert Coover en el inglés original. Parece evidente que te encuentras a gusto con otros idiomas y culturas, además de la tuya. ¿Estás contento con las traducciones que se han hecho de tus obras? ¿Has colaborado en alguna de ellas?
QM: Colaboro en aquellas que entiendo. En español, evidentemente. Tanto con Marcelo Cohen como con Javier Ercas hemos revisado siempre hasta la última coma y hemos valorado cada adjetivo, cada construcción, cada filigrana. Con el francés y el italiano me he encontrado con traductores que me consultaban las dudas, cosa que es de agradecer, porque todo el que haya traducido alguna vez sabe que siempre aparecen dudas. Del alemán para arriba, entonces sí que no entiendo nada.
BR: Hasta ahora O´Clock (1986) es la única traducción que se ha hecho del inglés de un libro tuyo, lo que no deja de ser sorprendente si se tiene en cuenta la gran cantidad de traducciones de tu obra en otras lenguas extranjeras. ¿Cómo explicarías la falta de traducciones de tus libros al inglés?
QM: Supongo que no les debe interesar.
BR: Participaste como comentarista sociológico en el programa ¿Personas humanas? de Mikimoto para la televisión catalana, una revista cultural muy popular de un humor tierno y satírico. ¿Qué sacaste de esa experiencia televisual?
QM: Me gusta la tele. Me pasé un año haciendo ese programa, uno por semana. ¿Qué saqué de todo ello? Quizás que escribir para televisión es una variante más de la literatura periodística, como la que se publica habitualmente en la prensa.
BR: ¿Cómo llevas a término la investigación necesaria para escribir un artículo periodístico?
QM: ¿Investigación? Piensa que el tipo de columna que yo hago es más bien un comentario personal, un punto de vista personal, no tanto un reportaje de investigación.
BR: La película de El porqué de las cosas se presentará pronto en Buenos Aires. ¿Es posible que también se estrene pronto en los Estados Unidos? Además corren ciertos rumores acerca de un proyecto de película basada en La magnitud de la tragedia. ¿Nos podrías confirmar esto?
QM: No lo sé. Ventura Pons es quien sabe exactamente cómo está todo esto. Sé que la película se estrenó en Montreal. No sé si se pasó también en el Canadá anglófono o sólo en el francófono. (La magnitud de la tragedia). Existe una película, ya filmada, que lleva por título ¿Primats?. Está basada en La magnitud de la tragedia pero de una manera tan, tan alejada, que no hay ningún personaje ni ninguna situación del libro en la película. Sólo hay el asunto de la erección. Hay un gorila que en un momento determinado tiene una erección pero no sé si permanente, ni se qué provoca esta erección.
BR: Me gustaría que hicieras un comentario brevísimo (unas veinte palabras) sobre la actualidad política de Cataluña.
QM:¡No, piedad! Esto sí que no...
BR: Como lengua genérica en su territorio, ¿está el catalán está condenado al éxito, a la latinización o al olvido?
QM: El catalán está en pleno proceso de irlandización o de occitanización. Está en plena agonía. A veces pienso que los escritores yiddish, como Singer, debían sentir algo parecido a la que yo siento: que bajo mis pies el país desaparece.



Visitantes

Datos personales