25 sept 2012

Entrevista



Pareciera que el ensayo personal resulta para ti una especie de terapia, ¿es así?

Bueno, es verdad que he aprendido mucho sobre mí al escribir mis ensayos, no sé si es igual que una terapia porque todavía tengo que transformarlos en una pieza de arte. Cuando estás tumbado en un sofá hablando con un psiquiatra, no tienes la misma responsabilidad de mantener entretenido al lector, así que para mí el ensayo sí tiene un elemento terapéutico, sí me siento mejor y más sereno cuando puedo decir esas cosas, pero también siento que no es una terapia de verdad porque realmente intento entretener al lector, ésa es mi función principal.

¿Cómo y cuándo te diste cuenta que el ensayo personal te permitía escribir sobre lo que nadie se atreve a decir de sí mismo?

Yo ya había escrito y publicado ficción y poesía, y cuando tenía 35 ó quizá ya llegando a los 40, me encontré con un libro de William Hazlitt (1778-1830), el gran ensayista inglés, y me enamoré de él. Era un libro en el que Hazlitt escribía sobre su amigo Charles Lamb, entonces leí a Lamb; luego escribió sobre Montaigne, y empecé a leer a Montaigne. Y Montaigne se convirtió en mi escritor indispensable. Me di cuenta que en el ensayo personal podía combinar poesía y ficción, y que tenía que tener ese entrenamiento como poeta y como escritor de ficción. En mi primer ensayo pude lograr reunir ambas cosas y luego empecé a publicarlos, y me dí cuenta que no mucha gente lo estaba haciendo en esa época, así que tenía el camino libre, podía hacer lo que quisiera y nadie estaba mirando por encima de mi hombro, no había presión sobre mí -tampoco había mucho dinero involucrado, jajaja-, pero sí sentí mucha libertad. Luego mis amigos escritores, que son novelistas y poetas, empezaron a envidiarme y me decían: “muy bien, esto es algo que puedes hacer”, que era su manera de decirme: “mantente alejado de mi territorio”.

Se dice que los escritores, no importa qué tipo de literatura escriban, siempre terminan hablando de sí mismos, ¿tú qué piensas?

Sí, creo que si eres un escritor de ciencia ficción y estás escribiendo sobre el mundo que nunca ha existido, en realidad estás hablando sobre tus temas principales, y la diferencia en cada persona es que, por ejemplo, algunas pueden estar muy apegadas al duelo o al abandono por algo que les pasó en su infancia, otras con una traición, por decir algo, otras con algún tipo de melancolía; así que siempre estás trabajando con una cierta cantidad de material emocional, y aunque estés escribiendo sobre personas, yo he escrito varias novelas en las que he inventado personajes pero en realidad no estaba inventándolos del todo, sé que les di ciertos aspectos de mí mismo, incluso los más adversos, así que no importa sobre lo que un escritor escriba, siempre estará hablando de sí mismo.

¿Cómo escoges tus temas? Has dicho que una vez que escribes todo va fluyendo, pero en qué momento te diste cuenta que tu cuerpo tenía esos pliegues y dimensiones –como lo describes en Retrato de mi cuerpo- y le diste esa importancia.

De nuevo, ésta es una pregunta que tiene que ver con el desapego, y con lo que yo llamaría autocomplacencia, que es ser capaz de mirarte y no horrorizarte, tienes que decir: “Oh, éste es quien soy, está bien”, te encorvas un poco, pero no te avergüences de ello. Así que es una extraña combinación de cosas de las que te enorgulleces y de las que te avergüenzas; pero creo que en general es así como uno descubre sus temas, te siguen preocupando ciertas cosas y sigues regresando a ellas. Por ejemplo, yo soy un escritor urbano, siempre escribo sobre la vida en la ciudad, porque me atrae mucho la vida urbana.

Por la manera en que abordas tus temas, ¿dirías que tu filosofía de vida es no tomarse las cosas que nos pasan tan seriamente?

Ésa es parte de mi filosofía, sí. Creo que mi filosofía es realista, entender de qué se trata, en lugar de llorar por ello o decir “esto no es perfecto”; aceptar la imperfección en las cosas, entenderlas y también ponerlas en perspectiva, creo que eso es muy importante. Tengo una hija de 16 años y se altera mucho cuando algo le pasa en la escuela, y siempre le digo: “Los imbéciles siempre serán imbéciles, no te preocupes, así es, mantén el ojo en la bola y enfócate en otra cosa”; por ejemplo, cuando trabajas constantemente en algo, buenas cosas pasan. En la escritura yo soy de la idea de que si le inviertes millones de horas, finalmente saldrá bien.

Phillip, también eres profesor de escritura creativa y literatura, ¿cuál sería la lección más importante que le enseñas a tus alumnos que quieren convertirse en escritores?

Esa es una pregunta interesante. Lo primero que trato de enseñarles es que esto se ha hecho por mucho tiempo, que ha sido una tradición; trató de hacerles ver que no tienen que inventar la rueda, que otra gente ya ha hecho esto antes, que mientras más lean o vean más películas, eventualmente empezarán a adquirir su propia originalidad y estilo; ésa sería una lección, pero otra cosa muy importante es ser capaz de estar solo por mucho tiempo, y no cualquiera puede lograrlo, y yo no puedo enseñarles cómo hacerlo; sólo es pegarte a la silla y quedarte ahí por un tiempo, creo que ésa es un habilidad muy importante que yo no puedo incitar, ni enseñar.

Has dicho que “vivimos en un mundo de descontentos”. ¿De qué forma crees que la literatura nos ayuda a lidiar con él?

Primero que nada creo que la literatura nos ayuda a ver que no estamos solos, que no eres la primera adolescente que no soporta a su madre, etc. La gente se puede llegar a sentir muy sola y experimentar pensamientos antisociales, pero la literatura incrementa tu capacidad de aceptación de las variaciones de la realidad, terminas diciendo: “Oh, ok, esto ya se ha hecho antes, ya no me sentiré avergonzado”, eso es muy importante. Creo que la literatura ayuda a las personas a sentirse menos avergonzadas de sus impulsos más secretos y de sus contradicciones, de ser contradictorio, la gente dice: “Soy de esta manera y ahora soy de esta otra, no lo entiendo”, así que yo les digo: “Únete al grupo, de eso estamos hechos los seres humanos”. La literatura nos muestra qué es ser un ser humano.
Phillip, ¿de qué se trata Retrato de mi cuerpo?

Trata sobre cómo mi conciencia enfrenta distintos asuntos, cómo un hombre procesa el mundo; así que, por ejemplo, los ensayos sobre mi familia, mi padre, mis colegas, las citas y mi matrimonio, tener un hijo, ser judío y hablar del Holocausto, o pedirle a la gente que guarde silencio en los cines, son una combinación de lo privado y lo público. Es, principalmente, sobre un ser humano limitado y cómo ha aprendido a vivir con sus limitaciones.

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