11 jun 2013

Yo, literatura, arte.



No os dejéis amedrentar. La palabra “yo” es tan fundamental y primordial, tan llena de la realidad más palpable y por tanto la más honesta, tan infalible como guía y tan severa como criterio, que, en lugar de despreciarla, deberíamos caer ante ella de rodillas. Pienso que más bien no he llegado todavía a ser suficientemente fanático en mi preocupación por mí mismo, y que -por miedo a los demás- no he sabido dedicarme a esta tarea vocacional con consecuencia lo bastante categórica ni he sabido empujarla suficientemente adelante. Yo soy mi problema más importante y posiblemente el único: el único de todos mis héroes que realmente me interesa.
Diario, 1954

Mi soberanía, mi independencia o hasta mi desfachatez frívola, mi displicencia hacia todos, mi provocación incesante y mi confianza sólo en mí mismo: todo ello es resultado de mi situación social y geográfica. Me he visto obligado a no tener miramientos con nadie, porque nadie los tenía conmigo; me he formado en un aislamiento casi completo; creo que seguramente pocos literatos habrán experimentado semejante soledad. En la Polonia de antes de la guerra, era menospreciado, apenas tenido en cuenta, luego fui aplastado por la guerra para, a continuación, ser puesto en el “ Index” por el régimen comunista, y aquí, en Argentina. […]

He llegado a ser audaz porque no tenía absolutamente nada que perder: ni honores, ni beneficios, ni amigos. He tenido que buscarme a mí mismo y apoyarme en mi propia persona, porque no tenía en quién apoyarme. Mi forma es la soledad.
Diario, 1958


A la mayoría de esos lectores y críticos emigrados -polonistas, poetas, escritores, intelectuales- ni se les ocurrió siquiera la idea de que uno puede hablar de sí mismo de diversas maneras, de que el “yo” de su “Diario” no es un “yo” de un egoísta trivial, ni de un narciso ingenuo, sino de alguien consciente… y de que, si esto es egotismo, es un egotismo metódico, disciplinado, que demuestra, justamente, un objetivismo altamente desarrollado y distante. Ellos sólo vieron clichés. Y pusieron el grito en el cielo: -¡Egotista, presumido, grosero! ¡Irritante, malo, antipático!
Es cierto que Gombrowicz a veces irritaba a propósito. -La irrito para que no se me eche encima- dijo en una ocasión; porque afirmaba que la Estupidez es una bestia excepcional que no puede morder cuando se le tira de la cola.



La literatura tiene un doble sentido y una doble raíz: nace de una contemplación pura y artística, de una tendencia desinteresada hacia el arte, pero al mismo tiempo constituye también una batalla privada entre el autor y los hombres, un instrumento de su lucha por una existencia espiritual. Es un asunto que madura en soledad, es un crear por crear; pero, al mismo tiempo, también es un asunto social, un imponerse a la gente. […]
Y el cuadro completo de la creación sólo lo tendremos cuando veamos al autor en estas dos dimensiones: como artista desinteresado y objetivo, y como hombre que lucha por sí mismo entre otros hombres.
Diario, 1955

Al fin y al cabo, me importa mi arte y el arte necesita sangre noble y caliente; el arte y la rebelión son prácticamente lo mismo. Soy revolucionario porque soy artista y en la medida en que lo soy; todo este proceso milenario del que provengo, poblado de nombres como Rabelais o Montaigne, Lautréamont o Cervantes, ha sido una continua instigación a la rebeldía, una vez en forma de callado murmullo, otra como una explosión a voz en cuello.
Diario, 1956

El arte es aristocrático hasta la médula de los huesos, como un príncipe de sangre. Es negación de la igualdad y adoración de la superioridad. Es cuestión de talento o incluso de genio, es decir de supremacía, de eminencia, de excepcionalidad; es también jerarquización severa de los valores, crueldad ante lo mediocre, elección y perfeccionamiento de lo excepcional, insustituible; es, finalmente, cultivo de la personalidad, de la originalidad, de la individualidad.
Diario, 1960

El arte es “lo más personal que hay”, es “la propiedad más privada que uno pueda imaginarse”, el arte es la personalidad, el “yo”… Intentad vosotros, los partidarios de los complejos industriales y los Koljoz, decirle a Chopin que la sonata en si menor no es suya. O que él no es la sonata en si menor de la manera más despiadada y más salvaje. Oh, me imagino el arlequín del arte, seductor, enamorado, amante de locuras, deseoso de superioridad y de todos los lujos posibles, imposible de domar, dominar ni definir…
Diario, 1961

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Visitantes

Datos personales