13 abr 2010

Fragmento Entrevista

La literatura mexicana vive uno de sus
mejores momentos históricos. Me atrevo a decir que la
temática es tan variada como infinitas sus
posibilidades de creación. Lo único que nos limita son
los canales de distribución. Ya estamos acostumbrados
a que nuestros libros nunca lleguen tan lejos.
Nuestras editoriales son pequeñas y también nuestro
mercado. En la medida en que se amplíen los canales
mencionados, estoy seguro que gran número de nuestros
escritores dará mucho de qué hablar. Somos un país que
desde hace más de medio siglo ha dejado de mirarse en
el espejo. En México se lee todo cuanto se pueda y
provenga de donde provenga; es un país que se abre al
mundo cada vez más. Nos dejamos contaminar y a la vez
influenciar, en esto creo que nos beneficia ser
vecinos de los Estados Unidos, que con su carga a
ultranza de modernidad no se afana en encimar la
historia a su proyecto de vida futura, como antes lo
hacíamos los mexicanos. Entonces, algo de los
americanos constantemente nos salpica, incluidas sus
taras y sus resabores. Sin embargo, en México tenemos
un lastre casi incurable: los indios, su marginación
histórica, amén del cáncer del caciquismo,
circunstancias ambas cuya solución justiciera será en
mi opinión el rasgo más moderno de nuestra esencia
mestiza, una fusión mucho más decisiva que la ya casi
inminente con la cultura anglosajona americana.

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