El inicio abandonó al poema y al final aparece. «en primer lugar» o
«ahora» —así uno puede comenzar a la segura. con «el segundo» ya
está uno dentro. sigue un «ya» en el sentido de: a partir de aquí
ya no sabemos nada. una vez más desde el frente: primero: el serrucho.
segundo: el lápiz. lo primo apremiante. tercero: oh zwingli! oh
con él mucho cuidado! tiembla lo allá escrito a la mitad de camino. si ello
empero pertenece fenece —¡no lo sé! el hombro le indica su
estatura a la duda. la cerveza tornea este son enigmático.
zwingli se irisa. está más allá por si el ímpetu. lo tendríamos. propuestas
para un próximo trayecto se elevan consecuentes a ambos lados.
recepción del agradecimiento en la maniobra «no-hay-por-qué» más pura.
queremos por cierto un poco más. mucho más! articulado enlazamiento
de sintáctica estructura. resultado: supertextura. así se apura uno por
la parte media. ella (zwingli así sea) elévase con doble arquitectura.
escuche ahora: ahora cierro bien la boca —¿y quién se planta una vez más
junto a la segadora? no es —en segundo lugar: ¿el mismo lírico, aquel que
[arriba
se jactaba con escrúpulo? aquí clausuro con el colon. el final ya
traza sus puntadas. ¿que si es lindo acarrear el inicio hasta el cierre? sí
que lo es. el cierre es siempre lo más largo. empujamos y empujamos
y gozamos rabiosos el vacío. así se planta el pie muy firme en la cuestión.
[pero
¿cómo es que uno continúa impulsando? se acuña el rato en la cuña. uno
imita salamandras, manijas de puerta examinadas a detalle (búlgara
[embajada) y
grita: ¡ya vamos tan lejos! se requiere un gremio de almadías, que pueda
sostenernos todavía! entonces —ya casi murmurado: de acuerdo! adoramos
el morder punta de lápiz. nada más —cupo todo en el quicio. aquí termina el inicio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario