19 nov 2013

jardinería nocturna



Un lector escribe para quejarse 
de que no haya celulares en mis poemas,
así que acá hay uno,
de cuerpo cromado,
de cara azul metalizada.
 No transmite ni recibe.
Pide una mujer de Duluth 
que deje de mandar mensajes secretos 
para ella en mis poemas.
Esto lo haré enseguida.
Ella dice, Usted ha deformado el río 
allí donde se curva
junto a la encina y la hilera
 de jacintos de invierno.
Esto lo corregiré.
Una carta reciente sin firma: 
Usted ha masacrado las citas de Hölderlin,
y nadie confundirá los cielos de usted
 con los de Dominikos Theotokopoulos.
Opina un buen ciudadano, dedicado padre,
 Su sintaxis inane 
ha contagiado a mi primogénito—
¿tiene usted acaso un corazón de piedra?
Y el poema, desde su hogar sin techo,
escribe sobre la vista ciega y el silencio,

el mirlo al anochecer,
nada de lo visible.
.


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