18 feb 2010

Empleo del tiempo

“En las vacaciones, me levanto a las siete, bajo, abro la casa, me hago un té, desmigajo pan para los pájaros que esperan en el jardín, me lavo, quito el polvo de mi mesa de trabajo, vacio los ceniceros, corto una rosa, escucho las noticias de las siete y media. A las ocho, mi madre baja a su vez; desayuno con ella con dos huevos pasados por agua, una tajada de pan tostado y café negro sin azúcar; a las ocho y cuarto voy al pueblo a buscar el periódico, el Sud-Ouest; digo a la señora C.: el día esta bonito, el día esta gris, etc.; y luego comienzo a trabajar. A las nueve pasa el cartero (el tiempo esta pesado hoy, que día tan bonito, etc.) y un poco más tarde, en su camioneta llena de panes, la hija de la panadera (ella ha estudiado, así que no es el caso de hablar del tiempo); a las diez y media en punto, me hago un café negro y me fumo mi primer tabaco del día. A la una almorzamos; duermo la siesta de la una y media a las dos y media. Llega entonces el momento en que ando flotando: siento muy pocas ganas de trabajar, a veces pinto un poco o voy a comprar aspirina a la farmacia, o quemo papeles en el fondo del jardín o me hago un pupitre, o un fichero, un clasificador de papeles; llegan así las cuatro de la tarde y me pongo a trabajar; a las cinco y cuarto es el té, hacia las siete me paro de trabajar; riego el jardín (si el tiempo esta bueno) y toco piano. Después de la cena, televisión: si esa noche está demasiado tonta, regreso a mi mesa de trabajo, escucho música elaborando fichas. Me acuesto a las diez y leo, uno tras otro de dos libros: por una parte una obra de lengua bien literaria (Las Confidences de Lamartine, El journal de los Gouncourt, etc.), por la otra, una novela policiaca (más bien vieja), o una novela inglesa (pasada de moda), o algo de Zola”.
-Nada de eso tiene ningún interés. Aun más: no solo uno marca su pertenencia a una clase sino que además hace de esa marca una confesión literaria cuya futilidad ya no es percibida: uno se constituye fantasmáticamente como “escritor”, o, peor aún, uno se constituye.

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