1 ene 2012

DOS POEMAS

El poema de la mente en el acto de hallar...

El poema de la mente en el acto de hallar
Lo que habrá de bastarle. No siempre hubo de hallar:
La escena era precisa: repetía
Lo que había en el guión.
Entonces el teatro
Cambiaba en algo más. Y su pasado era un recuerdo.

Ha de vivir. Saber el habla del lugar.
Ha de encarar a los hombres del tiempo,
Hallar a las mujeres del tiempo; pensar acerca de la guerra
Y hallar lo que habrá de bastarle. He de
Edificar un escenario nuevo, estar sobre el escenario
Y, tal actor insaciable, lentamente y con
Meditación decir palabras que en el oído
En el más delicado oído de la mente, repitan
Exactamente lo que quiere oír, en cuyo
Sonido, un invisible auditorio escucha
No la pieza, sino a sí mismo, expresada en una
Emoción como de dos personas, como de
Dos emociones convirtiéndose en una. El acto r es
Un autor metafísico en lo oscuro, tañendo
Un instrumento, tañendo tensas cuerdas que producen
Sonidos que atraviesan súbita equidad, que contienen
En su totalidad la mente, debajo de la cual no puede
Descender, fuera de la que no habrá de subir. Debe
Ser el encuentro de una satisfacción, y
Quizá de un hombre patinando, una mujer que baila, una
Mujer peinándose. El poema del acto de la mente.








El poema que ocupó el lugar de una montaña

Allí estaba, palabra tras palabra,
El poema que ocupó el lugar de una montaña.

Él aspiraba de su oxígeno,
Incluso cuando el libro yacía del revés sobre el polvo, en su mesa.

Le trajo a la memoria cómo necesitó
De algún lugar para seguir su rumbo,

Cómo llegó a recomponer los pinos,
A trasladar las rocas, abrir camino entre las nubes,

Para una perspectiva que sería perfecta,
Donde él se consumase en una inexplicable consunción:

La exacta roca en donde sus inexactitudes
Descubriesen, al fin, el panorama hacia el que había tendido,

Donde pudiese yacer y, contemplando el mar,
Reconocer su hogar, único y solitario.

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