12 jul 2010

TEXTO PARA NADA

Sostengo el estilete, sostengo la pluma, en las audiencias de no sé qué causa. Por qué desear que sea la mía, no me apetece. Vaya, esto vuelve a empezar, he aquí la primera cuestión de la noche. Ser juez y parte, testigo y defensor, y el que, atento, indiferente, sostiene el estilete. Es una imagen, en mi cabeza sin fuerza, donde todo duerme, todo está muerto, está por nacer, no lo sé, o ante mis ojos, ven la escena, por un instante, a través de los párpados, en un abrir y cerrar de ojos. Después se cierran, deprisa, para mirar el interior de la cabeza, para intentar ver en ella, para buscarme en ella, para buscar a alguien, en el silencio de una justicia muy distinta, en los tejidos de esta instancia oscura donde ser es ser culpable. Porque nada se manifiesta, todo calla, se tiene miedo de nacer, no, nos gustaría, para empezar a morir. Nosotros, es decir yo, no es lo mismo, aquí donde me agoto en querer ver no debe haber querer. Podría levantarme, dar una vuelta, me muero de ganas, pero no lo haré. Sé a dónde iría, iría al bosque, intentaría llegar hasta el bosque, a menos que no esté ya en él, no sé donde estoy. En todo caso me quedo. Sé de qué se trata, busco ser como el que yo busco, en mi cabeza, el que mi cabeza busca, el que impongo a mi cabeza que busque, sondeándose. No, no hagas como si buscaras, no hagas como si pensaras, permanece únicamente al acecho, los ojos desorbitados detrás de los párpados, el oído al acecho de una voz que no pertenezca a un tercero, aunque sólo por un instante, el tiempo de una nueva mentira. Oigo decir, debe ser de nuevo la voz de la razón, que la espera es vana, que mejor haría yendo a dar una vuelta, como se desplaza un soldado de plomo. Y sin duda es siempre ella la que responde que ya no puedo, yo que hasta hace un momento parecía poder, a menos que sea el sentimiento que dice su última palabra, es notoriamente mudable, embaucado. Pozzo, ¿por qué se marchó de su casa?, tenía un castillo y sirvientes. Insidiosa cuestión, para no olvidarme de que soy el acusado. A veces oigo cosas que por un instante me parecen justas, y por un instante lamento que no me pertenezcan. Después, qué alivio, qué alivio saberme mudo para siempre, si al menos no sufriera por ello. Y sordo, creo que sordo sufriría menos, por ser mudo, eso sí, qué alivio, no cargar con eso en la conciencia. Sí, he oído decir que tengo una especie de conciencia, y también una especie de sensibilidad, con tal de que el orador no olvide nada, y que al escuchar, al escribir, estoy afligido, estoy enterado, está anotado. Esta noche la sesión es tranquila, largos silencios en los que todos me observan, lo hacen para hacerme salir de mis casillas, siento crecer en mí gritos confusos, está anotado. Por el rabillo del ojo observo la mano que escribe, borrosa por... por lo contrario de la distancia. Quiénes son esas gentes, es la curia, según la imagen que presentan, pero sólo según la imagen, hay otras, habrá otras, otras imágenes, otras gentes. ¿No veré nunca más el cielo, no podré ya nunca más ir y venir, al sol, bajo la lluvia?, la respuesta es no, todos responden no. Afortunadamente, no he preguntado nada, he aquí la clase de enormidad que les envidio, el tiempo del eco. El cielo, he... el cielo y la tierra, he oído hablar mucho de ellos, esto sí es verdaderamente literal, no invento nada. He anotado, he debido de anotar muchas historias, tomándolas como adorno, crean ambiente. En el lugar destinado al héroe acusan una gran separación, mientras que a su alrededor van juntándose, de manera que él se encuentra como si dijéramos bajo una campana, pudiendo al mismo tiempo desplazarse al infinito en todos los sentidos, entienda quien pueda, esto no forma parte de mis funciones. El mar también, también estoy al tanto del mar, forma parte de la misma serie, incluso me ahogué en él en varias ocasiones, bajo diversas falsas apelaciones, déjame reír, si al menos pudiera reír, todo desaparecería, qué, quién sabe, todo, yo, embaucado. Sí, veo la escena, veo la mano, sale lentamente de la sombra, la de la cabeza, luego de un alto regresa a la sombra, esto no me concierne. Como un animalito paticorto se adelanta un poco al descubierto, luego vuelve a meterse, lo que hay que oír, lo digo tal como lo oigo. Es la mano del escribiente, ¿tiene derecho a peluca?, no sé, antaño quizá. Lo que hago cuando el silencio se hace, recalcando un efecto oratorio, o efecto de la languidez, de la perplejidad, de la consternación, paso y repaso entre mis labios la falangita del índice, pero es la cabeza la que se mueve, la mano reposa, con detalles semejantes uno cree poder engañar al mundo. Esta noche es así, mañana será distinto, compareceré quizás ante el concilio, se hará la justicia del amor supremo, severa como debe ser, pero sujeta a extrañas indulgencias, se tratará de mi alma, esto está mejor, quizá pedirán piedad por mi alma, no hay que perdérselo, no estaré allí, Dios tampoco, no importa, estaremos representados. Sí, seguramente sucederá pronto, hace ya una eternidad que no he sido condenado, sí, pero cada nuevo día trae una nueva pena, esta noche sostengo la pluma. Esta noche, siempre es de noche, siempre se habla de la noche, aunque sea por la mañana, es para hacerme creer que la noche llega, que trae el reposo. Primero sería necesario creerme que estoy aquí, después me tragaría todo lo demás, no habría nadie más crédulo que yo, si estuviera aquí. Pero estoy aquí, no es posible que sea de otro modo, precisamente, no es posible, no es necesario que sea posible. ¡Vaya negocio!, estar aquí si uno no se lo cree. Es cansado, ganar y perder de un solo golpe, con las emociones concomitantes, no somos de piedra, consignar el arresto, encasquetarse el birrete y desmayarse, a la larga es cansado, estoy cansado, estaría cansado, si estuviera en mi lugar. Es un juego, se convierte en un juego, voy a levantarme, voy a marcharme, si no soy yo será alguien, un fantasma, vivan los fantasmas, los de los muertos, los de los vivos y los de aquellos que no han nacido. Le seguiré, a través de mis ojos sellados, no necesita puertas, ni pensamiento, para salir de esta cabeza imaginaria, mezclarse con el aire, con la tierra, hacerse absorber, poco a poco, en el exilio. Aquí estoy, asediado, que se vayan, uno a uno, que los últimos me abandonen, dejándome vacío, vacío y silencioso. Son ellos quienes susurran mi nombre, quienes me hablan de mí, quienes hablan de un yo, que se vayan a hablar de esto a otros, que no les creerán o que sí les creerán. Esas voces son suyas, son como un ruido de cadenas en mi cabeza, me rechinan que tengo una cabeza. Esta noche la audiencia se celebra en el interior de esa cabeza, al fondo de esta noche abovedada, aquí sostengo el estilete, sin comprender lo que oigo, sin saber lo que escribo. Aquí se celebrará mañana el concilio, rezarán por mi alma, como por la de un muerto, como por la de un niño muerto, dentro de su madre muerta, para que no vaya al limbo, es bonita, la teología. Será otro anochecer, todo sucede al anochecer, pero la noche será la misma, también la noche tiene sus anocheceres, sus mañanas y sus anocheceres, he aquí una bonita perspectiva del espíritu, es para hacerme creer que el día llega, que disipa los fantasmas. Y ahora, aquí están los pájaros, los primeros pájaros, a qué viene ahora este cuento, no te olvides del punto de interrogación. Debe ser el final de la sesión, ha sido tranquila, en conjunto. Sí, esto sucede, de pronto hay pájaros y todo calla por un instante. Pero los fantasmas vuelven, aunque se vayan, se mezclan con los agonizantes, vuelven para deslizarse dentro del ataúd, pequeño como una caja de cerillas, es gracias a ellos que sé lo que sé sobre las cosas de allá arriba, y todo cuanto se supone que sé sobre mí mismo, quieren crearme, quieren hacerme, como la pájara al pajarito, con larvas que ella busca a lo lejos, con peligro de... ¡iba a decir con peligro de su vida! Pero cada nuevo día trae una pena nueva, ésas son otras actas. Sí, empezamos a estar muy cansados, muy cansados de su pena, muy cansados de su pluma, la pluma cae, está anotado.

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