3 nov 2010

Consejos

1. Nunca te preocupes por las posibilidades comerciales de un proyecto. Eso es inquietud —o no— de los agentes y editores. Conversación con mi editor americano. Yo: «Estoy escribiendo un libro tan aburrido, con un atractivo comercial tan limitado, que si lo publicas, te costará probablemente el empleo». Editor: «Eso es exactamente lo que hace que quiera seguir en mi trabajo».



2. No escribas en lugares públicos. A principios de los 90 fui a vivir a París. Los típicos motivos literarios: por entonces, si te pillaban escribiendo en un pub en Inglaterra, podían patearte la cabeza, mientras que en París, dans les cafés... Desde entonces he desarrollado una aversión a escribir en público. Ahora pienso que debería hacerse únicamente en privado, como cualquier otra actividad escatológica.



3. No seas uno de esos escritores que se sentencian de por vida a lisonjear a Nabokov.



4. Si usas ordenador, afina y amplía constantemente tu configuración de corrección automática. La única razón por la que sigo fiel a mi ordenador de mierda es que he invertido mucho ingenio en construir uno de los grandes archivos de autorrección de la historia literaria. Palabras perfectamente formadas y escritas surgen de unas pocas pulsaciones: «Niet» se convierte en «Nietzsche», «phoy» se convierte en «photography», y así. ¡Un genio!



5. Mantén un diario. De lo que más me arrepiento en mi vida de escritor es que jamás he mantenido un diario o un dietario.



6. Ten remordimientos. Son gasolina. Sobre el papel prenden hasta el deseo.



7. Ten más de una idea en marcha al mismo tiempo. Si hay elección entre escribir un libro y no hacer nada siempre escogeré la última. Sólo si tengo una idea para dos libros escogeré una en lugar de la otra. Siempre he sentir que estoy escaqueándome de algo.



8. Cuidado con los clichés. No sólo los clichés con los que Martin Amis está en guerra. Hay clichés de respuesta así como de expresión. Hay clichés de observación y pensamiento, incluso de concepción. Muchas novelas, incluso algunas pocas escritas adecuadamente, son clichés de forma que se conforman con clichés de expectación.



9. Hazlo cada día. Ten la costumbre de convertir tus observaciones en palabras y de forma gradual se convertirá en instinto. Esta es la regla más importante de todas y, naturalmente, no la sigo.



10. Nunca vayas en bicicleta con los frenos puestos. Si algo resulta demasiado difícil, déjalo y haz otra cosa. Trata de vivir sin recurrir a la perseverancia. Pero escribir consiste en la perseverancia. Tienes que atenerte a ella. Cuando estaba en mis treinta, solía ir al gimnasio aunque lo odiaba. El propósito de ir al gimnasio era posponer el día en que dejara de ir. Eso es la escritura para mí: una manera de posponer el día en que ya no lo haga más, el día en que caiga en una depresión tan profunda que será indistinguible de la felicidad perfecta.

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