30 nov 2010

Escribir no es un entretenimiento es un trabajo a tiempo completo

A veces pienso que las reglas del mercado han invadido todo, la forma como valorizamos nuestras posesiones materiales y no materiales, la forma como valorizamos la cultura, el pensamiento,  la literatura y el arte. A fuerza de mercantilizar todo, no sabemos qué valor real posee ni cuál es su función en esta época que todo lo consume y lo desecha. Vivimos un tiempo en que los escritore(a)s, se confunden con los cantantes de rock,los deportistas, las figuras políticas, las vedettes. La "sociedad del espectáculo" ha invadido todos los ámbitos y la impregna de valores mercantiles, volátiles y futiles. A raíz de una discusión, me puse a pensar, ¿cómo, cómo podemos pensar que podremos vivir sin este trabajo con el lenguaje? Me explico, en la antiguedad, en las culturas precolombinas, los magos,los chamanes, eran considerados parte de la sociedad y no eran marginados, ni decorativos, formaban parte de la vida activa. Ellos trabajaban con símbolos, animaban y transmitían los mitos y leyendas. En la antiguedad clásica, los poetas, tenían un rol, Homero, Esquilo, no eran solo "gente que escribía para vender libros" eran los que se representaban la vida  y le entregaban un sentido, y cuando Aristóteles escribe sobre el drama, se adelanta en muchos siglos al trabajo que hacen los psicoanalistas, y aquellos que escriben ahora. Es decir, pensar que una sociedad y un idioma, que es una memoria viva, subsisten sin escritura, es una locura, es pensar que se puede vivir sin soñar. Es sabido que una persona que no duerme enloquece, así una sociedad que no puede representarse, no puede simbolizarse, se aliena y se asfixia, se vuelve radical, totalitaria. El fascismo no piensa, actúa. Es por eso que me duele mucho cuando veo la pobreza de lectores en nuestro idioma, y me siento implicada, más allá de los excesos políticos del gobierno venezolano, cuando habla de la importancia de la lectura, de la educación y de la imaginación; es lo único que nos hará presentes ante nosotros mismos, lo único que nos da legitimidad y existencia, y sentido.
Una sociedad sin libros, será una sociedad sorda y alienada, una sociedad echada, no de pie. Y por eso, esos determinismos, ser de un país en el que la lectura, y poder escribir, siga siendo un lujo y  una constante, llaman a la protesta y a la revuelta. Sin escritura, sin texto, somos una sociedad autista. Es un poco lo que trato de decir con algunos libros, que llegan, como sea, a manos de un lector(a).Yo no quiero pensar que debemos resignarnos a ser pueblos sin memoria y sin texto, tenemos que escribir nuestra propia historia individual y colectiva con nuestros instrumentos, y aunque no logremos llenar los espacios en blanco (las afasias), por lo menos pondremos una música armoniosa, y un nuevo un sentido, a lo que estamos viviendo. 
Por otro lado, decir que un escritor(a) debe trabajar en otras cosas para subsistir y luego escribir, pensar que su trabajo no necesita dedicación, atención completa, me parece sumamente ingrato. Siempre se aplica el esquema económico a toda producción, pero, la pregunta es si el arte puede estar regido por las mismas reglas. Honestamente creo que quienes sueñan, piensan, inventan, son "especies en extinción", que el mundo no deja tiempo para prestar "atención" a nada, y que como se desprecia aquello que no produce plusvalía, en el sentido marxista, terminará destruyendo esos espacios de simbolización. No es solo una intuición, leyendo a Alain Badiou, encontré el mismo miedo. Someter todo a la economía, es terrible, nos deshumaniza. Loas que escriben no necesitan un sueldo, solo una sociedad donde los libros circulen, sean objetos vivos, con valor, y no solo decorativos... Ese es nuestro trabajo, tratar de que hacer todo lo posible para que los libros que hacemos estén cerca de la vida, se impregnen de ella y hablen, dialoguen con los lectores...

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