28 ago 2011

Mi propio cerebro


He aquí toda una crisis nerviosa en miniatura. Llegamos el martes. Me hundí en un sillón apenas pude levantarme; todo insípido; sin sabor, sin color. Enormes deseos de descansar. Miércoles, solo un deseo: estar sola al aire libre. El aire era delicioso; evité hablar; no podía leer. Pensé con veneración en mi capacidad de escribir, como si fuera algo increíble, perteneciente a otra persona, y que yo jamás volvería a tener. La mente en blanco. Me dormí en el sillón. Jueves. Vivir no me causa placer alguno, pero quizá me sentía un poco más adaptada a la existencia. Mis rasgos y características en cuanto a Virginia Woolf totalmente desaparecidos. Humilde y modesta. Dificultades en pensar en algo que decir. Leí automáticamente, como una vaca masticando pienso. Dormí en el sillón. Viernes, sensación de cansancio físico, pero con actividad mental. Comencé a fijarme en las cosas. Tracé uno o dos proyectos. Carente de la capacidad de formar frases. Dificultades en escribir a Lady Colefax. Sábado (hoy), mucho más clara y ligera. He pensado que podía escribir, pero me he resistido a hacerlo, o lo he encontrado imposible. El viernes comencé a experimentar el deseo de leer poesía. Esto me devuelve cierta sensación de mi propiedad individual. Leo un poco a Dante y a Bridges, sin tomarme la molestia de comprenderles, pero me producen placer. Ahora comienzo a sentir el deseo de escribir notas, pero no una novela todavía. Sin embargo, hoy los sentidos se afinan. Sin capacidad de <<inventar>> todavía; sin deseo de organizar escenas en mi libro. Vuelve la curiosidad por la literatura; quiero leer a Dante, a Haverlock Ellis y la autobiografía de Berlioz; y también construir un espejo con marco de conchas. A veces estos procesos han durado varias semanas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Visitantes

Datos personales