6 jul 2011

"Estilo" 

Si yo quisiese enloquecería. Sé tal cantidad de historias terribles. Vi muchas cosas, me contaron casos extraordinarios, yo mismo… En fin, a veces ya no consigo organizar todo esto. Porque, sabe, despertar a las cuatro de la mañana en un cuarto vacío, encender un cigarro… ¿se da cuenta? La pequeña luz del fósforo levanta de repente el volumen de las sombras, la camisa puesta sobre la silla gana un volumen imposible, la vida nuestra… ¿comprende? …la vida nuestra, la vida entera, está allí como… como un acontecimiento excesivo… Tiene que ser ordenada a toda prisa. Felizmente existe el estilo. ¿No tiene idea de lo que es? Veamos: el estilo es una unidad de significación. ¿Me hago entender? ¿no? bien, no aguantamos el desorden atolondrado de la vida y, entonces, nos pegamos a ella, la reducimos a dos o tres tópicos simplificados. Después, por medio de una operación intelectual, decimos que esos tópicos se encuentran en un tópico común, supongamos del Amor o de la Muerte. ¿Entiende? Una de esas abstracciones que sirven para todo. El cigarro se consume ¿no es así?, la calma vuelve. Mas ¿puede imaginar lo que es esto toda las noches durante semanas o meses o años?
Una vez fui a un médico.
Doctor, estoy loco - le dije–. -Debo estar loco.
Hay locos en la familia? -preguntó el médico. –¿alcohólicos, sifilíticos?
Sí, señor. Los peores. Locos, alcohólicos, sifilíticos, místicos, prostitutas, homosexuales. ¿Estaré loco?
El médico tenía sentido del humor y me recetó barbitúricos.
No necesito remedios -dije yo–. Sé historias acerca de la vida. ¿De qué me sirven los barbitúricos?
La verdad es que yo aún no había encontrado el estilo. Pero oiga mi amigo: conozco por ejemplo la historia de un hombre viejo. Conozco también la de un hombre joven. La del viejo es mejor, pues era muy viejo ¿y qué podría él esperar?, Pero vea, preste mucha atención. Ese hombre viejísimo no se resignaría nunca a prescindir del amor. Amaba las flores. En medio de su soledad tenía masetas de orquídeas.
El mundo es así, qué quiere. Es forzoso encontrar un estilo. Sería bueno colocar grandes carteles en las calles, hacer avisos en la televisión y en los cines. Procure su estilo si no quiere terminar arruinado. Conseguí mi estilo estudiando matemáticas y oyendo un poco de música. -Joan Sebastián Bach–. Conoce seguramente esas cosas tan simples, tan armoniosas, que son un sistema de tres ecuaciones con tres incógnitas. Primitivo, rudimentario. Resolví miles de ecuaciones. Después oía Bach. Conseguí un estilo. Lo aplico por la noche, cuando despierto aterrorizado viendo las grandes sombras incomprensibles irguiéndose en medio del cuarto, cuando la pequeña luz se hace en la punta de los dedos y toda la inmensa melancolía del mundo parece subir de la sangre con su voz oscura… comienzo a hacer mi estilo. Admirable ejercicio este. A veces uso el proceso de vaciar las palabras. ¿Sabe cómo es? Tomo una palabra fundamental. Palabras fundamentales, curioso… Tomo una palabra fundamental: Amor, Enfermedad, Miedo, Muerte, Metamorfosis. La digo en voz baja veinte veces. Ya nada significa. Es un modo de alcanzar el estilo. Vea ahora esta artimaña:
A los niños los enloquece la poesía
Escuchen un instante cómo quedan presos
en lo alto de ese grito, cómo la eternidad los acoge
en cuanto gritan y gritan.
(…)
Y nada más somos el poema donde los niños
se distancian locamente.
Es el fragmento de una poesía. ¿Le gusta la poesía? ¿Sabe qué es poesía? ¿Tiene miedo a la poesía? ¿Tiene el demoniaco júbilo de la poesía?
Pues vea. Es también un estilo. El poeta no muere la muerte de la poesía. Es el estilo.
Esta oyendo cómo esos niños enormes gritan y gritan entrando en la eternidad. Note: Somos el poema donde ellos se distancian. ¿Cómo? Locamente. ¿Quién soportaría esos gritos magníficos? Pero el poeta hace el estilo.
Perdón, sea un poco más honesto. Sea al menos mas inteligente. Se ve bien que no estoy loco. Yo, no. Los niños son los que enloquecen, y eso es porque les falta un estilo.
¿Sabe de qué le estuve hablando? ¿De la vida? ¿De como desembarazarse de ella? Bien, el señor no es estúpido, pero tampoco es muy inteligente. Conozco. Conozco su tipo. Tal vez yo ya fui así. Usted practica las artes con parcimonia: no la poesía, mas las poesías… Se cultiva evidentemente. Quizá posee demasiado estilo. Pero, oiga, la locura, la tenebrosa y maravillosa locura… En fin ¿no seria eso más noble, digamos, más acorde al gran secreto de nuestra humanidad?
Tal vez el señor sea más inteligente que yo



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